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APPERZEPTION Apercepción

(comp.) Justo Fernández López

Diccionario de lingüística español y alemán

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Apperzeption (lat.)

Vorstellungsweise, in der der Gegenstand nicht nur unmittelbar aufgenommen (perzipiert) wird, sondern auch ein mittelbares Bewusstsein vom Aufgenommenseins besteht (der Gegenstand apperzipiert wird). In der Apperzeption wird der jeweils gegenwärtige Gegenstand in seiner Gegenwart bzw. der Gegenstand als Gegenstand gesehen, indem er eingeordnet wird in die widerspruchsfreie Einheit des mit-vorgestellten Bewusstseinsfeldes (Bedeutungsfeldes), welches als Vorbekanntes die Einordnung leitet.

Der Begriff wurde von Leibniz in die Philosophie eingeführt und gegen die petite perception abgehoben, die das bloße beeindruckt werden einer Substanz (nicht Monade!) durch eine andere bezeichnet, ohne dass dieser Einfluss selbst bewusst würde.

Apperzeption mit Aufmerksamkeit (Erfassen von etwas als etwas) und Gedächtnis (Erfassen von etwas Gegenwärtigem in seiner Gegenwart) verbunden. Apperzeption ist somit die Vorstellung von einer Vorstellung, die Erfahrung einer Erfahrung usf. Für Kant tritt im Begriff der Apperzeption noch mehr das reflexive Moment hervor; empirische Apperzeption ist das Bewusstsein vom Ich in seinem wandelbaren Zustand, während die transzendentale Apperzeption das apriorische Selbstbewusstsein meint, das in jeder Erkenntnis eingeschlossen ist und so alle Erkenntnisse in die Einheit eines Bewusstseins bringt. Herbart brachte den Begriff der Apperzeption in die Psychologie.“

[Müller, M. und Halder, A.: Philosophisches Wörterbuch. Freiburg i. B: Herder, 1988, S. 27-28]

Apercepción

Apercepción es el nombre que recibe la percepción atenta, la percepción acompañada de conciencia. Descartes escribía que «es cierto que no podemos querer otra cosa sin apercibirla por el mismo medio que la queremos». Leibniz distinguía entre percepción – la cual representa una multitud en la unidad o en la substancia simple – y la apercepción – equivalente a la conciencia (Monadologie, § 14). Los cartesianos, alega Leibniz, solamente han tenido en cuenta las percepciones de las que hay conciencia, es decir, las apercepciones. Pero hay asimismo percepciones confusas y oscuras, como las propias de ciertas mónadas «en estado de aturdimiento». Hay que distinguir, pues, entre percepción y apercepción, si bien esta última, siéndolo de la primera, es continua con ella.

Kant distinguió entre la apercepción empírica y la apercepción pura o trascendental. La primera es la propia del sujeto que posee un sentido interno del flujo de las apariencias. La segunda es la condición de toda conciencia, incluyendo la conciencia empírica (K.r.V. A 107). La apercepción trascendental es la pura conciencia original e inalterable; no es una realidad propiamente dicha, sino aquello que hace posible la realidad en cuanto realidad para un sujeto. Los mismos conceptos a priori son posibles mediante la referencia de las intuiciones a la unidad de la conciencia trascendental, de suerte que «la unidad numérica de esta apercepción es el fundamento a priori de todos los conceptos, lo mismo que la diversidad del espacio y el tiempo es el fundamento a priori de las intuiciones de la sensibilidad» (loc. cit.).

Por medio de la unidad trascendental de la apercepción es posible, según Kant, la misma idea de objeto en general, la cual no había sido todavía posible a través de las intuiciones del espacio y el tiempo y de las unificaciones introducidas por los conceptos puros del entendimiento o categorías. Resulta, así, que la unidad trascendental de la apercepción trascendental constituye el fundamento último del objeto en cuanto objeto de conocimiento (no en cuanto cosa en sí). Pues «la unidad de la síntesis de acuerdo con conceptos empíricos sería completamente fortuita si no estuviese basada en el fundamento trascendental de la unidad» (ibid., A 111). Esto explica el sentido de la famosa frase kantiana: «Las condiciones a priori de una experiencia posible en general son al mismo tiempo las condiciones de la posibilidad de los objetos de la experiencia» (loc. cit.). No se trata de sostener que la unidad trascendental de la apercepción, como síntesis última y a la vez fundamentalmente, haga posibles los objetos como tales; se trata de sostener que hace posibles los objetos como objetos de conocimiento, es decir, constituye – como se diría hoy – el horizonte epistemológico para la noción de objetividad y, por lo tanto, la condición de todo conocimiento.

Según Kant, la unidad sintética de la apercepción presupone una síntesis, la cual es a priori. «La unidad trascendental de la apercepción se refiere así a la síntesis pura de la imaginación, como condición a priori de la posibilidad de toda combinación de la diversidad en un conocimiento. Pero sólo la síntesis productiva de la imaginación puede tener lugar a priori; la síntesis reproductiva se basa en condiciones empíricas. Así, el principio de la unidad necesaria de la síntesis pura (productiva) de la imaginación, anterior a la apercepción, es el fundamento de la posibilidad de todo conocimiento, especialmente de la experiencia.» (Ibd., A 118).

La apercepción original o pura es, por lo tanto, la condición necesaria de toda posible percepción. La unidad sintética original de la apercepción es, en último término, el «Yo pienso» que acompaña a todas las representaciones, pues «de lo contrario algo sería representado en mí que no podría ser pensado, y ello equivale a decir que la representación sería imposible o cuando menos que no sería nada para mí» (ibid., B 131-32). La apercepción trascendental es, pues, el pensar el objeto, pensar distinto del conocer y que fundamenta la posibilidad de este último. Que este pensar sea – como sugiere Kant – un pensar de un sujeto («de mí mismo») o las condiciones puras de todo pensamiento en general, es cuestión muy debatible (y que ha sido debatida a menudo por los neokantianos). Los resultados de la discusión no son ociosos; no sólo puede cambiarse grandemente la interpretación de la filosofía de Kant – haciendo de ella, según los casos, un subjetivismo trascendental –, sino también la del sentido mismo del problema expresado en la pregunta: «¿Qué es propiamente pensar?»

La cuestión de la naturaleza del pensar como pensar productivo del objeto (o de sus condiciones) constituyó uno de los grandes temas de los idealistas alemanes postkantianos. Pero como se abandonó con frecuencia el término ‘apercepción’ en el sentido antes apuntado, no creemos necesario hacer aquí estado de las especulaciones pertinentes. Nos limitaremos a indicar que el vocablo en cuestión fue empleado de nuevo por Herbart dentro del marco de una epistemología realista. Para Herbart, la apercepción es la asimilación, por la masa de las representaciones existentes y que constituye el yo, de las nuevas representaciones, existiendo, por lo tanto, una masa de representaciones que apercibe y otra ya apercibida. En la psicología actual, el término ‘apercepción’ se usa casi siempre para designar los actos superiores en los cuales se toma conciencia sintética de las representaciones no conscientes; la apercepción es, según ello, la síntesis activa opuesta a la síntesis pasiva o mecánica que tiene lugar en las esferas no conscientes o menos conscientes. Así fue ya considerada la apercepción por Wundt, quien la vinculaba con el proceso volitivo.”

[Ferrater Mora, José: Diccionario de filosofía. Buenos Aires: Sudamericana, 1969, vol. 1, págs. 116-117]

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