Ocurrírsele - olvidársele

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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Otro caso que me gustaría que me explicara es el de los verbos reflexivos impersonales

como "ocurrírsele" u "olvidársele". ¿Podría darme algunos ejemplos de este uso? 

Leonardo Gómez Torrego (1994: 26-27) califica a estos verbos de “doblemente pronominales” o “bipersonales” y cree que deberían entrar en los diccionarios no como “ocurrirse” u “antojarse”, sino como “ocurrírsele”, “antojársele” para que quede claro que necesitan siempre la partícula se seguida de un pronombre átono (me, te, nos, os). Conjugación:

 

 

 

se

me

 

ocurre ... / ocurren ...

ocurrió ... / ocurrieron ...

antoja ... / antojan ...

antojó ... / antojaron ...

te

le

nos

os

les

 

El verbo olvidar puede aparecer como

 

no pronominal

olvidé decírselo

pronominal

me olvidé de decírselo

se olvidó de decírmelo

 

 

doblemente pronominal

 

 

se

me

 

 

olvidó decírselo

te

le

nos

os

les

 

Las expresiones con se me / se te / se nos / se os implican que el suceso queda fuera del control de la persona y que ésta se ve afectada por ello. Se suele decir que no implican ‘voluntariedad’ o ‘responsabilidad’. En este contexto se habla de expresiones de ‘fuerza mayor’.

Ver bajo: Se en expresiones de ‘fuerza mayor’

ocurrírsele

 

se me había ocurrido que ...

mir war eingefallen, dass ...

ayer se me ocurrió una idea

gestern habe ich eine Idee gehabt

¿no se te ocurre nada?

fällt dir dazu nichts ein?

¡pero qué cosas se te ocurren!

aber was machst du für Sachen!

pues mira que no se me ocurre nada

also mir fällt dazu nichts ein

ahora que lo pienso se me ocurre una idea

jetzt wo ich überlege, fällt mir etwas ein

¿cómo se te ocurre?

was fällt dir da ein?

¿cómo se te ocurrió eso?

wie bist du auf die Idee gekommen?

¿cómo se te ocurrió esa tontería?

wie bist du auf die Schnapsidee gekommen?

nunca se me hubiera ocurrido pensar que ...

ich wäre nie auf die Idee gekommen, dass ...

no se le ocurre más que decir tonterías

er kommt nur auf Dummheiten

pues mira, eso no se me ocurrió

auf so etwas bin ich nicht gekommen

¡ni se te ocurra!

komm bloß nicht auf die Idee!

ingeniárselas

sich etwas einfallen lassen

tener que ingeniárselas para + infinitivo

sich etwas einfallen lassen, um ... zu ...

ahora tenemos que ingeniárnoslas  

wir müssen uns etwas einfallen lassen

ahora tienes que ingeniártelas

du musst dir etwas einfallen lassen

¿y cómo no se me ocurrió antes?

warum habe ich nicht gleich daran gedacht!

¡no se me ocurre!

ich komme nicht drauf!

¿cómo se te ocurrió?

wie bist du draufgekommen?

no se te ocurra decírselo    

wehe, du sagst es ihr

ay de ti como se te ocurra ...      

wehe, du sagst es ihr

cómo no me ocurrió antes  

warum ist es mir nicht früher eingefallen?

¿cómo se te ocurrió que ...?       

wie bist du draufgekommen, dass ...?

no se me ocurre la palabra

das Wort fällt mir nicht ein

ich kommen nicht auf das Wort

no se me ocurrió pensar en eso

auf den Gedanken bin ich nicht gekommen

auf die Idee wäre ich nicht gekommen

 

olvidársele

 

en este momento se me ha olvidado

es ist mir entfallen

se me olvidó / se me ha olvidado

das habe ich ganz vergessen

se me ha olvidado su nombre

ich habe seinen Namen vergessen

se me olvidaron las llaves en la oficina

ich habe meine Schlüssel im Büro vergessen

¡que no se te olvide el paraguas!

vergiß den Regenschirm nicht!

se me olvidó que ...

ich habe total vergessen, dass

¡y que no se le olvide para otra vez!

merken Sie sich das!

se me había olvidado completamente

das habe ich total verschwitzt

Los dativos supefluos

 

«Bello (1847) denominaba ‘superfluos’ a los dativos para diferenciarlos del oficio de complemento indirecto. Ramírez distingue ‘dativos objetivos’ de los ‘dativos de interés’. Los primeros “aparecen implicados en la idea del verbo, como postulados por él” (Bello 1847: 33). Los segundos mantienen con el verbo “una relación menos necesaria desde del punto de vista semántico” (Bello 1847). Clasifica los dativos de interés en los siguientes apartados:

a)    Dativo simpatético’ o ‘posesivo’. “La construcción con dativo posesivo contiene el dativo, generalmente con mención de persona, y un nombre sustantivo, generalmente de cosa: La greña sudada y angustiada se le pegaba a la frente.

b)    Dativo de dirección’, que, a veces, concurre con el sintagma <a (de, sobre, etc.) + pronombre tónico: Durante todo el camino se nos acercó la gente de los pueblos.

c)     Dativo commodi o incommodi’: “menciona a la persona con la cual el enunciado verbal establece una relación de signo favorable o desfavorable”: Cortó una rama de avellano que le nublaba el sol.

d)    Dativo ético’, “especialmente expresivo y coloquial. Se emplea sobre todo con el pronombre de 1. persona”: Había ido el gato y se me lo ha comido; Vosotras no me salgáis de aquí.

A Sánchez Márquez (1872) le debemos un nuevo intento serio de diferenciar el complemento indirecto (CI) del complemento de interés (Cin). Este último “indica el interés de la acción, es decir, no es el destinatario sin más (CI), sino el afectado por la acción”. Distingue varios tipos: “Distingue la persona (varias veces la cosa) a la que afecta de alguna manera la acción; de ordinario moralmente (antiguo ‘dativo ético’), perjudicada (‘dativo de daño’), beneficiada (‘dativo de provecho’), participante (‘dativo simpatético’), adscrita, emparentada, poseedora (‘dativo posesivo’), término o sentido del movimiento (‘dativo de fin o destino’). También indica el complemento objetivo de ciertos adjetivos, paralelo al complemento directo en verbos, y hasta señala el parecer de alguien en la acción (‘dativo iudicantis) o fin de la misma (‘dativo de fin’).»

[Gutiérrez Ordóñez, Salvador: “Los dativos”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. 2, § 30.7.1.1]

 

Complementos indirectos y los dativos superfluos

 

Los complementos indirectos se distinguen de los dativos a través de los siguientes rasgos:

1.    El complemento indirecto es una función nominal, mientras que el dativo es una función esencialmente pronominal.

2.    Los dativos son opcionales. Este es el sentido del término ‘superfluos’. No se ha de entender que no aportan nada al mensaje, sino que, al no asumir ninguna función sintáctica, su eliminación no desfigura la representación que se pretende realizar del acontecimiento. No son argumentos ni siquiera complementos circunstanciales. Se limitan a marcar el énfasis, el interés o la afectación que el acontecimiento descrito tiene para elementos externos al propio evento (generalmente el emisor o el receptor).

3.    Un dativo puede coexistir con un complemento indirecto: Hágasemeles un buen recibimiento. / Sin que me le pongan un don encima.

4.    El dativo puede aparecer en contextos donde nunca se registra un complemento indirecto: ¿Ya se os durmió el abuelo? Se me divierte mi hijo.

5.    Dado que son independientes de la valencia verbal, los dativos pueden adosarse a cualquier tipo de verbos.

 

Dativos concordados o reflejos

 

«Los dativos concordados tienen los siguientes caracteres:

1.    Comparten el sistema pronominal me, te, se, nos, os, se con las construcciones reflexivas y con los verbos pronominales (quejarse, arrepentirse, ocuparse, etc.) y con algunas construcciones inagentivas (el jarrón se rompió).

2.    Concuerdan en número y persona con el sujeto.

3.    Poseen caracter optativo (frente a los ‘pronominales’ que son obligatorios).

4.    Se diferencian de los reflexivos, de los átonos de los verbos pronominales, de los inagentivos (se de pasiva refleja e impersonalizador).

5.    Frente a los reflexivos, no permiten expansión en la coda correferencial a ... mismo.

6.    Introducen un factor de realce o enfatización que afecta a toda la secuencia (papel afectivo, enfático, expresivo).

7.    Están capacitados para comparecer con un miembro del paradigma de los dativos no reflejos o no concordados.

Ejemplos de dativos concordados:

Me devorí un cocido maragato.

Nos esperábamos alguna propina.

No me creo esa barbaridad.

Nos temíamos represalias.

Me bailé un tangazo.

Nos leímos bien el contrato.

Te supones demasiadas cosas.

Os habéis dejado la escritura en el bar.

¿Te fumas el Cohibas?

¿Os saltasteis los dos metros?

¿Vas a comerte todo ese filete?

Os conocéis bien todas las triquiñuelas.

Se sabe la partitura de memoria.

Se perdieron lo mejor de la película.

Se recorre 12 kilómetros diarios.

Se dejaron los libros en clase.

Se llevó la mejor parte.

Se recorrieron la isla a pie.

Juan se tomó una copa de vino.

Pepe se comió diez manzanas.

Se empolló todo el libro.

Se tragó ese tostón de película.

Se ganó una propinilla.

Se jugó todo el dinero.

Se devoró el chuletón.

Se fumaba un puro después de comer.

Se supo la lección.

Conque se marcha usted.

Se me mueres de casta y de sencilla.

Pepe se conoce muy bien este país.

Nos estamos pasando unas buenas vacaciones.

Luis no se gustaba ni un duro.

Los dativos reflejos son marcadores de la función comunicativa ‘foco’, ‘realce’ o ‘énfasis’. Tienen por finalidad llamar la atención del interlocutor sobre algún segmento del discurso. Lo que diferencia las secuencias

Juan leyó el libro anoche    y

Juan se leyó el libro anoche

es que en el segundo decurso se ha de interpretar que leyó la totaliad del libro, lectura no obligatoria en el primero. Sin embargo, no sería imposible una interpretación de lectura parcial:

Anoche llegué cansado, pero me leí un poquitín de tu libro.»

[o. cit., § 30.7.3.1]

«El paradigma de los dativos reflejos no es sino uno de los medios de énfasis que la lengua pone a nuestra disposición para llamar la atención de nuestro destinatario a propósito de algún aspecto que consideramos que va en contra de sus expectativas. Si utilizamos

Pepe se supo la lección   frente a

Pepe supo la lección

es porque queremos subrayar ante el interlocutor que, contra lo esperable (por la costumbre, por la dificultad intrínseca ...), Pepe había logrado asimilar y dar cuenta de la lección.

Si esto es así, carece de sentido preguntarse qué función sintáctica desempeñan los miembros de este paradigma. No contraen ni función sintáctica ni función semántica. Son instrumentos de focalización de un sintagma verbal. De un ejemplo como

Se fuma dos cajetillas

diremos que el predicado sintáctico y semántico es fuma. Sin embargo, el foco gramaticalizado está compuesto por la unió de los dos elementos: se fuma.» [o. cit., § 30.7.3.4]

 

Dativos no concordados o no reflejos

 

«Los dativos no concordados tienen los siguientes caracteres:

1.    Conforman el paradigma no reflejo me, te, le, nos, os, les, que es común con el de los complementos indirectos.

2.    No concuerdan en número y persona con los morfemas verbales ni, por consiguiente, con el sujeto.

3.    Su presencia posee carácter optativo desde el punto de la estructura oracional (de ahí la denominación de ‘superfluos’).

4.    No son signos autónomos. No están capacitados para convertirse en enunciados autónomos.

5.    Se diferencian funcionalmente de clíticos de complemento indirecto.

6.    Predomina la primer y la segunda persona.

7.    Pueden comparecer con complementos indirectos.

8.    Gozan de la posibilidad de coaparecer con dativos concordados.»

[o. cit., § 30.7.4.1]

Dativos no concordados y la forma se

 

Los dativos no concordados pueden ir precedidos de cualquier tipo de se:

Se reflexivo

El chico se nos afeita ya la barba.

Con verbos pronominales

Los chicos se nos avergüenzan por todo, son muy tímidos.

Con un dativo reflejo

El ladrón se nos llevó todas las joyas.

«Se señala en ocasiones que la secuencia de clíticos se le (me, te, nos, os, les) introduce en los enunciados el rasgo de ‘involuntariedad’:

Se me cayó el vaso.

El jarrón se me rompió.

Se le hundió el mundo.

Se le extraviaron los papeles.

Sin embargo, estas construcciones no se pueden separar de proceso de inagentivación. La lengua diferencia de forma sistemática tres estadios en las estructuras con verbos causativos: manifestación ‘agentiva con agente’ (A), ‘agentiva sin agente’ (B) e ‘inagentiva’ (C). La anulación del agente en (B) se realiza por medio de uno de los valores de la partícula se. Este mismo signo aparece también en algunas realizaciones de la manifestación inagentiva plena (C). Pues bien, el clítico de dativo puede aparecer en los tres grupos:

 

Agentividad

con agente (A)

Agentividad

sin agente (B)

Inagentividad

plena (C)

Pepa nos hirvió la leche.

Se nos hirvió la leche.

La leche nos hirvió.

El Gobierno nos subió el gas.

Se nos subió el gas.

El gas nos subió.

Pili nos alegra a los colegas.

Se nos alegra a los colegas.

Los colegas se nos alegran.

Charo te aburra a la clientela.

Se te aburre a la clientela.

La clientela se te aburre.

Luis me aclaró la situación.

Se me aclaró la situación.

La situación se me aclaró.

Luis me rompió el jarrón.

Se me rompió el jarrón.

El jarrón se me rompió.

 

Sin embargo, el rasgo ‘involuntariedad’ sólo se halla presente en la manifestación ‘inagentiva plena’ (C). La aparición de tal característica semántica no es responsabilidad del dativo, sino de la construcción misma. La involuntariedad subsiste tras la eliminación del dativo:

La leche hirvió.

El gas subió.

Los colegas se alegran.

La clientela se aburre.

La situación se aclaró.

El jarrón se rompió.

El dativo

Se nos rompió el jarrón

viene a indicar la ‘afectación’ en el proceso:

“El jarrón se rompió y su ruptura nos afecta”.

Esta afectación  puede traducirse ocasionalmente en involuntariedad:

Estaba limpiando el jarrón y se me rompió

o en simple relación afectiva

Se produjo un fuerte temblor y, como consecuencia, el jarrón se nos rompió.»

[o. cit., § 30.7.4.6]

En todo caso, estas expresiones implican un suceso que queda fuera del control de la persona a la que afecta. En este contexto se habla de expresiones de ‘fuerza mayor’.

Caso especial de verbos doblemente pronominales o bipesonales como ocurrírsele, olvidársele, antojársele, etc.

Ejemplos

Se me antojó un helado.

No se me ocurre nada.

Se me ocurrió la idea de ...

«Estos verbos pronominales son doblemente pronominales, pues además de la forma se necesitan de otro pronombre átono para poder funcionar. Este último siempre es átono y desempeña la función de complemento indirecto. Así pues, no hay en castellano un verbo “antojar” ni un verbo “antojarse”, sino un verbo “antojársele” (lo mismo cabe decir de “ocurrírsele”, etc.), y así deberían entrar en los diccionarios:

Se me (te, nos, os) antojó un pastel.

*Se antojó un pastel.

Se me (te, nos, os) ocurrió decírselo.

*Se ocurrió decírselo.

Sólo en estratos vulgares aparece a veces un verbo “antojarse” con el significado y régimen de “encapricharse”:

*Me antojé de eso.

Un caso especial en castellano lo constituye el verbo “olvidar”: puede aparecer como no pronominal en

Olvidé decírselo;

como pronominal en

Me olvidé de decírselo.

Se olvidó de decírmelo;

y como doblemente pronominal en:

Se me (te, nos, os) olvidó decírselo.

Además puede aparecer con un se dativo con carácter expletivo en contextos como:

Juan se olvidó la cartera en casa.

Juan olvidó la cartera en casa.

Existen en castellano bastantes verbos que pueden actuar como pronominales y como doblemente pronominales:

Se me quedó la cartera dentro.

Se quedó la cartera dentro.

Se me cayó el lápiz al suelo.

Se cayó el lápiz al suelo.

En algunos de estos casos, el pronombre átono complemento indirecto posee el valor simpatético:

Se quedó mi cartera dentro.»

[Gómez Torrego, Leonardo: Valores gramaticales de “se”. Madrid: Arco/Libros, 1994, p. 26-27]