Ocurrírsele - olvidársele |
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Otro caso que me gustaría que me explicara es el de los verbos reflexivos impersonales
como "ocurrírsele" u "olvidársele". ¿Podría darme algunos ejemplos de este uso?
Leonardo Gómez Torrego (1994: 26-27) califica a estos verbos de “doblemente pronominales” o “bipersonales” y cree que deberían entrar en los diccionarios no como “ocurrirse” u “antojarse”, sino como “ocurrírsele”, “antojársele” para que quede claro que necesitan siempre la partícula se seguida de un pronombre átono (me, te, nos, os). Conjugación:
se |
me |
ocurre ... / ocurren ... ocurrió ... / ocurrieron ... antoja ... / antojan ... antojó ... / antojaron ... |
te |
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le |
||
nos |
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os |
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les |
El verbo olvidar puede aparecer como
no pronominal |
olvidé decírselo |
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pronominal |
me olvidé de decírselo se olvidó de decírmelo |
||
doblemente pronominal |
se |
me |
olvidó decírselo |
te |
|||
le |
|||
nos |
|||
os |
|||
les |
Las expresiones con se me / se te / se nos / se os implican que el suceso queda fuera del control de la persona y que ésta se ve afectada por ello. Se suele decir que no implican ‘voluntariedad’ o ‘responsabilidad’. En este contexto se habla de expresiones de ‘fuerza mayor’.
Ver bajo: Se en expresiones de ‘fuerza mayor’
ocurrírsele
se me había ocurrido que ...
mir war eingefallen, dass ...
ayer se me ocurrió una idea
gestern habe ich eine Idee gehabt
¿no se te ocurre nada?
fällt dir dazu nichts ein?
¡pero qué cosas se te ocurren!
aber was machst du für Sachen!
pues mira que no se me ocurre nada
also mir fällt dazu nichts ein
ahora que lo pienso se me ocurre una idea
jetzt wo ich überlege, fällt mir etwas ein
¿cómo se te ocurre?
was fällt dir da ein?
¿cómo se te ocurrió eso?
wie bist du auf die Idee gekommen?
¿cómo se te ocurrió esa tontería?
wie bist du auf die Schnapsidee gekommen?
nunca se me hubiera ocurrido pensar que ...
ich wäre nie auf die Idee gekommen, dass ...
no se le ocurre más que decir tonterías
er kommt nur auf Dummheiten
pues mira, eso no se me ocurrió
auf so etwas bin ich nicht gekommen
¡ni se te ocurra!
komm bloß nicht auf die Idee!
ingeniárselas
sich etwas einfallen lassen
tener que ingeniárselas para + infinitivo
sich etwas einfallen lassen, um ... zu ...
ahora tenemos que ingeniárnoslas
wir müssen uns etwas einfallen lassen
ahora tienes que ingeniártelas
du musst dir etwas einfallen lassen
¿y cómo no se me ocurrió antes?
warum habe ich nicht gleich daran gedacht!
¡no se me ocurre!
ich komme nicht drauf!
¿cómo se te ocurrió?
wie bist du draufgekommen?
no se te ocurra decírselo
wehe, du sagst es ihr
ay de ti como se te ocurra ...
wehe, du sagst es ihr
cómo no me ocurrió antes
warum ist es mir nicht früher eingefallen?
¿cómo se te ocurrió que ...?
wie bist du draufgekommen, dass ...?
no se me ocurre la palabra
das Wort fällt mir nicht ein
ich kommen nicht auf das Wort
no se me ocurrió pensar en eso
auf den Gedanken bin ich nicht gekommen
auf die Idee wäre ich nicht gekommen
olvidársele
en este momento se me ha olvidado
es ist mir entfallen
se me olvidó / se me ha olvidado
das habe ich ganz vergessen
se me ha olvidado su nombre
ich habe seinen Namen vergessen
se me olvidaron las llaves en la oficina
ich habe meine Schlüssel im Büro vergessen
¡que no se te olvide el paraguas!
vergiß den Regenschirm nicht!
se me olvidó que ...
ich habe total vergessen, dass
¡y que no se le olvide para otra vez!
merken Sie sich das!
se me había olvidado completamente
das habe ich total verschwitzt
Los dativos supefluos
«Bello (1847) denominaba ‘superfluos’ a los dativos para diferenciarlos del oficio de complemento indirecto. Ramírez distingue ‘dativos objetivos’ de los ‘dativos de interés’. Los primeros “aparecen implicados en la idea del verbo, como postulados por él” (Bello 1847: 33). Los segundos mantienen con el verbo “una relación menos necesaria desde del punto de vista semántico” (Bello 1847). Clasifica los dativos de interés en los siguientes apartados:
a) ‘Dativo simpatético’ o ‘posesivo’. “La construcción con dativo posesivo contiene el dativo, generalmente con mención de persona, y un nombre sustantivo, generalmente de cosa: La greña sudada y angustiada se le pegaba a la frente.
b) ‘Dativo de dirección’, que, a veces, concurre con el sintagma <a (de, sobre, etc.) + pronombre tónico: Durante todo el camino se nos acercó la gente de los pueblos.
c) ‘Dativo commodi o incommodi’: “menciona a la persona con la cual el enunciado verbal establece una relación de signo favorable o desfavorable”: Cortó una rama de avellano que le nublaba el sol.
d) ‘Dativo ético’, “especialmente expresivo y coloquial. Se emplea sobre todo con el pronombre de 1. persona”: Había ido el gato y se me lo ha comido; Vosotras no me salgáis de aquí.
A Sánchez Márquez (1872) le debemos un nuevo intento serio de diferenciar el complemento indirecto (CI) del complemento de interés (Cin). Este último “indica el interés de la acción, es decir, no es el destinatario sin más (CI), sino el afectado por la acción”. Distingue varios tipos: “Distingue la persona (varias veces la cosa) a la que afecta de alguna manera la acción; de ordinario moralmente (antiguo ‘dativo ético’), perjudicada (‘dativo de daño’), beneficiada (‘dativo de provecho’), participante (‘dativo simpatético’), adscrita, emparentada, poseedora (‘dativo posesivo’), término o sentido del movimiento (‘dativo de fin o destino’). También indica el complemento objetivo de ciertos adjetivos, paralelo al complemento directo en verbos, y hasta señala el parecer de alguien en la acción (‘dativo iudicantis’) o fin de la misma (‘dativo de fin’).»
[Gutiérrez Ordóñez, Salvador: “Los dativos”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. 2, § 30.7.1.1]
Complementos indirectos y los dativos superfluos
Los complementos indirectos se distinguen de los dativos a través de los siguientes rasgos:
1. El complemento indirecto es una función nominal, mientras que el dativo es una función esencialmente pronominal.
2. Los dativos son opcionales. Este es el sentido del término ‘superfluos’. No se ha de entender que no aportan nada al mensaje, sino que, al no asumir ninguna función sintáctica, su eliminación no desfigura la representación que se pretende realizar del acontecimiento. No son argumentos ni siquiera complementos circunstanciales. Se limitan a marcar el énfasis, el interés o la afectación que el acontecimiento descrito tiene para elementos externos al propio evento (generalmente el emisor o el receptor).
3. Un dativo puede coexistir con un complemento indirecto: Hágasemeles un buen recibimiento. / Sin que me le pongan un don encima.
4. El dativo puede aparecer en contextos donde nunca se registra un complemento indirecto: ¿Ya se os durmió el abuelo? Se me divierte mi hijo.
5. Dado que son independientes de la valencia verbal, los dativos pueden adosarse a cualquier tipo de verbos.
Dativos concordados o reflejos
«Los dativos concordados tienen los siguientes caracteres:
1. Comparten el sistema pronominal me, te, se, nos, os, se con las construcciones reflexivas y con los verbos pronominales (quejarse, arrepentirse, ocuparse, etc.) y con algunas construcciones inagentivas (el jarrón se rompió).
2. Concuerdan en número y persona con el sujeto.
3. Poseen caracter optativo (frente a los ‘pronominales’ que son obligatorios).
4. Se diferencian de los reflexivos, de los átonos de los verbos pronominales, de los inagentivos (se de pasiva refleja e impersonalizador).
5. Frente a los reflexivos, no permiten expansión en la coda correferencial a ... mismo.
6. Introducen un factor de realce o enfatización que afecta a toda la secuencia (papel afectivo, enfático, expresivo).
7. Están capacitados para comparecer con un miembro del paradigma de los dativos no reflejos o no concordados.
Ejemplos de dativos concordados:
Me devorí un cocido maragato.
Nos esperábamos alguna propina.
No me creo esa barbaridad.
Nos temíamos represalias.
Me bailé un tangazo.
Nos leímos bien el contrato.
Te supones demasiadas cosas.
Os habéis dejado la escritura en el bar.
¿Te fumas el Cohibas?
¿Os saltasteis los dos metros?
¿Vas a comerte todo ese filete?
Os conocéis bien todas las triquiñuelas.
Se sabe la partitura de memoria.
Se perdieron lo mejor de la película.
Se recorre 12 kilómetros diarios.
Se dejaron los libros en clase.
Se llevó la mejor parte.
Se recorrieron la isla a pie.
Juan se tomó una copa de vino.
Pepe se comió diez manzanas.
Se empolló todo el libro.
Se tragó ese tostón de película.
Se ganó una propinilla.
Se jugó todo el dinero.
Se devoró el chuletón.
Se fumaba un puro después de comer.
Se supo la lección.
Conque se marcha usted.
Se me mueres de casta y de sencilla.
Pepe se conoce muy bien este país.
Nos estamos pasando unas buenas vacaciones.
Luis no se gustaba ni un duro.
Los dativos reflejos son marcadores de la función comunicativa ‘foco’, ‘realce’ o ‘énfasis’. Tienen por finalidad llamar la atención del interlocutor sobre algún segmento del discurso. Lo que diferencia las secuencias
Juan leyó el libro anoche y
Juan se leyó el libro anoche
es que en el segundo decurso se ha de interpretar que leyó la totaliad del libro, lectura no obligatoria en el primero. Sin embargo, no sería imposible una interpretación de lectura parcial:
Anoche llegué cansado, pero me leí un poquitín de tu libro.»
[o. cit., § 30.7.3.1]
«El paradigma de los dativos reflejos no es sino uno de los medios de énfasis que la lengua pone a nuestra disposición para llamar la atención de nuestro destinatario a propósito de algún aspecto que consideramos que va en contra de sus expectativas. Si utilizamos
Pepe se supo la lección frente a
Pepe supo la lección
es porque queremos subrayar ante el interlocutor que, contra lo esperable (por la costumbre, por la dificultad intrínseca ...), Pepe había logrado asimilar y dar cuenta de la lección.
Si esto es así, carece de sentido preguntarse qué función sintáctica desempeñan los miembros de este paradigma. No contraen ni función sintáctica ni función semántica. Son instrumentos de focalización de un sintagma verbal. De un ejemplo como
Se fuma dos cajetillas
diremos que el predicado sintáctico y semántico es fuma. Sin embargo, el foco gramaticalizado está compuesto por la unió de los dos elementos: se fuma.» [o. cit., § 30.7.3.4]
Dativos no concordados o no reflejos
«Los dativos no concordados tienen los siguientes caracteres:
1. Conforman el paradigma no reflejo me, te, le, nos, os, les, que es común con el de los complementos indirectos.
2. No concuerdan en número y persona con los morfemas verbales ni, por consiguiente, con el sujeto.
3. Su presencia posee carácter optativo desde el punto de la estructura oracional (de ahí la denominación de ‘superfluos’).
4. No son signos autónomos. No están capacitados para convertirse en enunciados autónomos.
5. Se diferencian funcionalmente de clíticos de complemento indirecto.
6. Predomina la primer y la segunda persona.
7. Pueden comparecer con complementos indirectos.
8. Gozan de la posibilidad de coaparecer con dativos concordados.»
[o. cit., § 30.7.4.1]
Dativos no concordados y la forma se
Los dativos no concordados pueden ir precedidos de cualquier tipo de se:
Se reflexivo
El chico se nos afeita ya la barba.
Con verbos pronominales
Los chicos se nos avergüenzan por todo, son muy tímidos.
Con un dativo reflejo
El ladrón se nos llevó todas las joyas.
«Se señala en ocasiones que la secuencia de clíticos se le (me, te, nos, os, les) introduce en los enunciados el rasgo de ‘involuntariedad’:
Se me cayó el vaso.
El jarrón se me rompió.
Se le hundió el mundo.
Se le extraviaron los papeles.
Sin embargo, estas construcciones no se pueden separar de proceso de inagentivación. La lengua diferencia de forma sistemática tres estadios en las estructuras con verbos causativos: manifestación ‘agentiva con agente’ (A), ‘agentiva sin agente’ (B) e ‘inagentiva’ (C). La anulación del agente en (B) se realiza por medio de uno de los valores de la partícula se. Este mismo signo aparece también en algunas realizaciones de la manifestación inagentiva plena (C). Pues bien, el clítico de dativo puede aparecer en los tres grupos:
Agentividad con agente (A) |
Agentividad sin agente (B) |
Inagentividad plena (C) |
Pepa nos hirvió la leche. |
Se nos hirvió la leche. |
La leche nos hirvió. |
El Gobierno nos subió el gas. |
Se nos subió el gas. |
El gas nos subió. |
Pili nos alegra a los colegas. |
Se nos alegra a los colegas. |
Los colegas se nos alegran. |
Charo te aburra a la clientela. |
Se te aburre a la clientela. |
La clientela se te aburre. |
Luis me aclaró la situación. |
Se me aclaró la situación. |
La situación se me aclaró. |
Luis me rompió el jarrón. |
Se me rompió el jarrón. |
El jarrón se me rompió. |
Sin embargo, el rasgo ‘involuntariedad’ sólo se halla presente en la manifestación ‘inagentiva plena’ (C). La aparición de tal característica semántica no es responsabilidad del dativo, sino de la construcción misma. La involuntariedad subsiste tras la eliminación del dativo:
La leche hirvió.
El gas subió.
Los colegas se alegran.
La clientela se aburre.
La situación se aclaró.
El jarrón se rompió.
El dativo
Se nos rompió el jarrón
viene a indicar la ‘afectación’ en el proceso:
“El jarrón se rompió y su ruptura nos afecta”.
Esta afectación puede traducirse ocasionalmente en involuntariedad:
Estaba limpiando el jarrón y se me rompió
o en simple relación afectiva
Se produjo un fuerte temblor y, como consecuencia, el jarrón se nos rompió.»
[o. cit., § 30.7.4.6]
En todo caso, estas expresiones implican un suceso que queda fuera del control de la persona a la que afecta. En este contexto se habla de expresiones de ‘fuerza mayor’.
Caso especial de verbos doblemente pronominales o bipesonales como ocurrírsele, olvidársele, antojársele, etc.
Ejemplos
Se me antojó un helado.
No se me ocurre nada.
Se me ocurrió la idea de ...
«Estos verbos pronominales son doblemente pronominales, pues además de la forma se necesitan de otro pronombre átono para poder funcionar. Este último siempre es átono y desempeña la función de complemento indirecto. Así pues, no hay en castellano un verbo “antojar” ni un verbo “antojarse”, sino un verbo “antojársele” (lo mismo cabe decir de “ocurrírsele”, etc.), y así deberían entrar en los diccionarios:
Se me (te, nos, os) antojó un pastel.
*Se antojó un pastel.
Se me (te, nos, os) ocurrió decírselo.
*Se ocurrió decírselo.
Sólo en estratos vulgares aparece a veces un verbo “antojarse” con el significado y régimen de “encapricharse”:
*Me antojé de eso.
Un caso especial en castellano lo constituye el verbo “olvidar”: puede aparecer como no pronominal en
Olvidé decírselo;
como pronominal en
Me olvidé de decírselo.
Se olvidó de decírmelo;
y como doblemente pronominal en:
Se me (te, nos, os) olvidó decírselo.
Además puede aparecer con un se dativo con carácter expletivo en contextos como:
Juan se olvidó la cartera en casa.
Juan olvidó la cartera en casa.
Existen en castellano bastantes verbos que pueden actuar como pronominales y como doblemente pronominales:
Se me quedó la cartera dentro.
Se quedó la cartera dentro.
Se me cayó el lápiz al suelo.
Se cayó el lápiz al suelo.
En algunos de estos casos, el pronombre átono complemento indirecto posee el valor simpatético:
Se quedó mi cartera dentro.»
[Gómez Torrego, Leonardo: Valores gramaticales de “se”. Madrid: Arco/Libros, 1994, p. 26-27]