Pronunciación latín clásico

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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Me gusaría que me aclarase cómo se pronuncia, en latín, la expresión currículum vitae. Un amigo mío dice que VITAE se pronuncia tal cual y yo digo que se pronuncia VITE. Me gustaría que me indicara dónde encontrar la norma gramatical. Por cierto, me ha indicado otra fuente que según Erasmo de Rotterdam, se pronunciaba vitae. ¿Tiene algún peso gramatical esta afirmación?

Hay una pronunciación tradicional española del latín, que es la que “admite” la Real Academia de la Lengua (RAE), y hay una pronunciación clásica, que la RAE también “reconoce”. Según la pronunciación “admitida” por la RAE, el diptongo latino ae se pronuncia como e. Según la pronunciación también “reconocida” por la RAE, el diptongo latino ae se pronuncia como diptongo ae.

El problema está en que si escribimos currículum vítae, con acento como prescribe la RAE, tenemos que emplear la pronunciación tradicional /kurríkulum víte/, pues el latín clásico no conocía el acento gráfico o tilde. Por tanto, en latín clásico habría que escribir curriculum vitae y leer /kurríkulum vítae/, donde la e se cierra o debilita tanto que sonaría como una i. Esto lo podemos comprobar con la palabra alemana Kaiser, que significa ‘emperador’. Kaiser es el calco más antiguo que el alemán tomó del latín, ya antes de nuestra era y lo tomó del nombre del emperador romano Julius Caesar. De modo que la pronunciación alemana de Caesar /káisar/ sería la más acorde con la del latín de la época clásica (siglo I a. C.).

El uso consagrado en español es la pronunciación tradicional. Si oímos que alguien nos pide un /kurríkulum vitáe/, lo primero que pensamos es que no sabe latín, o que es un experto en latín clásico y un purista de esta lengua. Los filólogos clásicos recomiendan hoy en día usar la pronuntiatio restituta o pronunciación reconstruida, pero esta pronunciación se oye prácticamente sólo en ámbitos académicos, en congresos de latinistas, etc. y no deja de tener siempre un “deje” que revela la lengua materna del hablante. Es muy difícil reproducir exactamente los rasgos de la pronunciación vocálica del latín clásico: abertura, lugar de articulación y cantidad. No olvidemos que el latín clásico es una lengua muerta y que la pronunciación reconstruida fue una obra que comenzó en el Renacimiento con los humanistas y terminó en la segunda mitad del siglo XX, en la que se impuso más o menos la pronuntiatio restituta, pero solamente en la comunidad científica.

Durante siglos, el latín que se oyó en occidente fue el eclesiástico, basado ya en el latín “vulgar” (mejor dicho, “latín coloquial”) o “sermo usualis”, distinto al latín de Roma o “sermo urbanus”. Aunque un senador que en el Senado romano empleara el “sermo urbanus”, en su casa hablaba seguro el “sermo usualis” con sus esclavos o su familia. Otra cosa es el latín literario.

Norma de la RAE

«vitae vítae

Locución latina que significa literalmente ‘carrera de la vida’. Se usa como locución normal masculina para designar la relación de los datos personales, formación académica, actividad laboral y méritos de una persona:

Me pidieron que mandara el famoso currículum vítae con todo detalle.

La pronunciación corriente del segundo elemento es [bíte], en la que el diptongo latino ae se pronuncia como e, rasgo típico del latín vulgar; pero también se pronuncia [bítae], como corresponde a la pronunciación del latín clásico. Ambas son válidas. En cambio, no es admisible la pronunciación *[bitáe]. A menudo se emplea prescindiendo del segundo elemento:

En un párrafo de su currículum consta su licenciatura en Económicas;

pero, en ese caso, es preferible emplear la voz adaptada currículo.

Esta locución es invariable en plural: los currículum vítae. No debe usarse el plural latino *currícula. Tampoco es aceptable el empleo de *currícula como sustantivo femenino en el sentido de ‘plan de estudios’:

*Tiene acceso a un banco de información de todas las universidades, las carreras que imparte y la currícula de cada una de ellas;

para ello ha de usarse la voz currículo.

El primer elemento de esta locución se ha hispanizado en la forma currículo, con un plural currículos. Esta voz se usa con los significados de ‘currículum vitae’:

Infoempleo analiza el currículo facilitado por los aspirantes;

‘historial profesional’:

Tiene un largo y brillante currículo en el campo de la docencia;

y ‘plan de estudios’:

El planteamiento de Caplan se incorporó al currículo escolar de 300 escuelas.»

[RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 201]

LEMAS LATINOS:

Los lemas correspondientes a voces latinas se escriben en letra redonda. La situación de la sílaba tónica se distingue mediante las normas de uso de la tilde correspondientes al español. Para la interpretación de ciertas consonantes latinas, la Academia admite la pronunciación tradicional española del latín.

Atendiendo a esta, el diptongo latino ae se pronuncia como e (así, aeterno - p. ej., en ab aeterno- como [ab etérno]); la i (j) seguida de vocal y en comienzo de sílaba, como nuestra y seguida de vocal (p. ej., iure - en de iure- o jure - en de jure- , como [yúre]); qu seguida de a, e, o se pronuncia como kua, kue, kuo, respectivamente (p. ej., qua - en sine qua non- , quem - en ad quem- o quo - en a quo- como [kua], [kuem] y [kuo]). Además, se recomienda seguir la pronunciación latina clásica para th y para ll, que se pronuncian, respectivamente, como t (p. ej., cáthedra –en ex cáthedra–, como [cátedra]), y como l + l (p. ej., belli –en casus belli– como [bel-li]).

Sin embargo, también se reconoce la pronunciación clásica, que difiere de la tradicional española en los siguientes casos: ae se pronuncia como diptongo (p. ej., aeterno como [ae-tér-no]); v, como u (vade - p. ej., en vade retro- como [uáde]); qui se pronuncia kui (p. ej., quid como [kuid]); ge y gi, como nuestros grupos gue y gui, respectivamente (p. ej., generis y magister - en sui géneris y magíster díxit- como [guéneris] y [maguíster]); ce y ci, como ke y ki, respectivamente (p. ej., iudice y facie - en sub iúdice e in facie ecclésiae- como [yúdike] y [fákie]), y ch como k (p. ej., machina - en deus ex máchina- como [mákina]).

[Fuente: Advertencias para el uso del diccionario de la RAE]

currículum vítae. (Loc. lat.; literalmente, 'carrera de la vida').

m. Relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realizados, datos biográficos, etc., que califican a una persona. [DRAE]

Los diccionarios bilingües siguen la pronunciación tradicional. Ejemplo:

PONSline – das Online-Wörterbuch (diccionario Español-Alemán):

|el| currículum (vitae) [ku’rrikulun’bite] – Substantiv: Lebenslauf (der)

http://www.sin-ponsline.de/cgi-bin/wb/wb.pl

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El sistema vocálico latino

 

«El sistema vocálico del latín arcaico, perpetuado en la lengua literaria, estaba constituido por diez fonemas que podemos definir mediante tres rasgos distintivos: abertura, lugar de articulación y cantidad.

Los grados de abertura eran tres: cerrado (o alto) (/i/ /i:/ /u/ /u:/), medio (/e/ /e:/ /o/ /o:/) y abierto (o bajo) (/a/ /a:/). Además, las vocales palatales – o anteriores – (/i/ /i:/ /e/ /e:/) se distinguían de las velares – o posteriores – (/u/ /u:/ /o/ /o:/), al tiempo que dos vocales no eran ni palatales ni velares (/a/ /a:/). Cada punto del sistema estaba ocupado por dos elementos, que se diferenciaban por la cantidad (esto es, la duración, indicada aquí por la pesencia o ausencia de «:»); /i:, e:, a:, o:, u:/ eran largas, mientras que /i, e, a, o, u/ eran breves. Por tanto el sistema puede representarse esquemáticamente de la siguiente forma:

 

 

Palatales

Velares

Cerradas

/i:/ /i/

/u:/ /u/

Medias

/e:/ /e/

/o:/ /o/

Abiertas

/a:/ /a/

 

Sin embargo, la convención gráfica del latín irgnoraba generalmente las diferencias de cantidad y empleaba tan sólo cinco letras, cada una de las cuales podía representar tanto un fonema largo como uno breve. (Más tarde los gramáticos establecieron una distinción ortográfica, colocando el signo (ˉ) sobre la vocal larga y el signo (˘) sobre la breve; en este manual omitimos esta última marca.) Pero, a pesar de las diferencias cuantitativas entre las vocales nos e reflejaban en la escritura, era éste un rasgo distintivo, como lo demuestran los siguientes ejemplos:

 

C “aquí” <> HIC “este” 

LĪBER “libre” <> LIBR “libro”

LĒVIS “liso” <> LEVIS “ligero”

VĒNIT “él vino” <> VENIT “él viene”

MĀLUM “manzana” <> MALUM “malo”

ŌS “boca” <> OS “hueso”

PŌPULUS “chopo” <> POPULUS “pueblo”

 

Junto a estas diez vocales, el latín literario conocía también tres diptongos (combinación de dos elementos vocálicos en una única sílaba): AE [ai], y AU [AU].

Es probable que, en términos articulatorios, la vocal larga fuese un poco más cerrada que la breve en cada par de fonemas que compartían el “mismo” lugar de articulación – es decir, el rasgo distintivo cuantitativo iría acompañado de un rasgo redundante de abertura -; de hecho, en muchas lenguas modernas se observa generalmente una cerrazón relativa de las vocales largas semejante. [...]

El sistema que acabamos de describir parece haber persistido en el habla culta; no obstante, el vocalismo del latín hablado sufrió gradualmente una serie de cambios fundamentales. El primero de ellos (ocurrido no más tarde del siglo I d. C.) fue la pérdida del rasgo distintivo de cantidad: la carga funcional de este rasgo fue transferida a la de abertura, hasta entonces redundante. [...]

El segundo cambio fundamental ocurrido en el vocalismo del latín hablado guarda relación con la naturaleza del acento. [...]

El sistema de nueve vocales que surgió tras la pérdida de las oposiciones basadas en el rasgo de cantidad era particularmente inestable – y, por consiguiente, susceptible de ser modificado -, como, por otra parte, ocurre con cualquier sistema que dependa de la distinción entre cinco grados de abertura. En relidad, la diferencia acústica era probablemente demasiado pequeña para que pudiesen ser diferenciados con absoluta precisión los elementos del sistema. Hay evidencias claras de que ya se había dado la confusión entre los grados de apertura tres y cuatro en el siglo I d.C. Al sistema vocálico resultante de estos cambios, sistema de siete unidades, se le duele denominar “sistema vocálico del latín vulgar”, ya que se utilizó en buena parte de la latinidad, incluida la Península Ibérica. Ahora bien, a pesar de tal denominación para el sistema vocálico que ha dado origen a los de los romances occidentales, lo cierto es que no fue el único existente. Había el sistema arcaico (o sardo), el asimétrico (u oriental) y el marginal (o suditálico).»

[Penny, Ralph: Gramática histórica del español. Barcelona: Ariel, 2001, p. 39 ss.]

El diptongo ae en el latín clásico y el vulgar

 

Los grupos vocálicos ae y oe fueron pronunciados, por lo menos hasta el final de la República y por los romanos cultos hasta muy entrado el Imperio, como diptongos, cargando el acento en la primera vocal y pronunciado la segunda como cerrada. En las escuelas alemanas se siguieron transcribiendo estos diptongos con las vocales con diéresis ä y ö, incluso cuando en el norte de Alemania se volvió a la antigua pronunciación de la c latina clásica como k. Así Julius Caesar se pronuncia “Käsar”, en vez de la forma tradicional usada por todos los historiógrafos “Zäsar”.

Del latín “Julius Caesar” viene el alemán “Kaiser”, que significa ‘emperador’. Parece que “Kaiser” es el calco más antiguo que el alemán tomó del latín, ya antes de la era cristiana, en una época en la que el latín pronunciaba todavía el grupo vocálico ae como diptongo. La palabra no pasó a los idiomas románicos, que tomaron la palabra imperator para designar al emperador (fr. empereur).

La palabra eslava Zar (usada por rusos, serbios y búlgaros) para designar al Soberano, viene del búlgaro car, del antiguo eslavo *cěsar, que a su vez viene del gótico kaisar.

Fue Plinio quien propagó la leyenda de que Julio César fue sacado del vientre de su madre mediante una operación (lat. caedere, caesum, ‘extraer mediante operación’, ‘cortar’). Basándose en este leyenda, en la Edad Media se acuñó en la medicina el término cesárea, que en alemán se llama “Kaiserschnitt”, en el sentido de ‘sección por la que se libera el feto a través de las paredes abdominal y uterina’.

·

«Que en lo que se refiere al latín y a las lenguas romances los términos vulgar, rústico y antiguono están en oposición entre sí, nos lo demuestran bien, entre otras cosas, los diptongos ae y au. En cuanto al primero, las continuaciones del lat. ae son las mismas de la ĕ latina (cfr. por ejemplo lat. caelum > it. cielo, fr. ciel, cast. cielo, con lat. pedem > it. piede, fr. pied, cast. pie); por lo tanto, ae en latín vulgar se ha debido convertir en ę. Pero este vulgarismo en latín es al mismo tiempo antiguo y rústico. La monoptongación de ae en ę es un dialectalismo umbro, y se realizó ya en tiempos prehistóricos. Desde el campo se abrió camino hasta la lengua usual de Roma, donde estaba ya presente antes del siglo II antes de Cristo. La vocal ę de la lengua usual aparece en la lengua literaria, en vez de ae, en el popularesco Plauto (264-194 a. C). Lucilio (muerto en 103 antes de Cristo) escarnece esta pronunciación rústica (“Cecilius pretor ne rusticus fiat”) y Varrón (116-27 antes de Cristo) abserva que “Latio rure edus qui in urbe haedus”. La pronunciación rústica fue imitada en Roma por los círculos cultos. Pero las siguientes palabras románicas: fr. foin, esp. heno, ant. port. feio; fr. soie, esp. seda, it. seta, port. seda; ant. fr. soif, rét. (eng.) saif, prov. sep, esp. y port. sebe, que puede continuar no las formas con ę sino las con  sino las con , vienen respectivamente de fẹnum, sẹta, sẹpes, o sea, de las formas volsco-faliscas de faenum, saeta, saepes, de modo que las lenguas romances continúan dos antiquísimos vulgarismos del latín que son ambos de origen rústico (ae > ę umbro, ae > ẹ volsco-falisco).»

[Vidos, B. E.: Manual de lingüística románica. Madrid: Aguilar, 1968, p. 184 s.]

«La inconstancia de los casos citados en las lenguas romances confirma la inseguridad que existía en la lengua de uso común en Roma respecto a esta pronunciación rústica, y al mismo tiempo demuestra que toda manera de proceder esquemáticamente que pretendiese poner la pronunciación rústica y la culta una frente a otra en rígida oposición, sería metodológicamente equivocada, a causa del carácter individual de cada caso particular.

Resumiendo nuestra argumentación, podemos afirmar, pues, que vulgarismos como por ejemplo ĭ > ę, ŭ > æ, ae >ę, ae > ẹ, au > æ, que son de origen dialectal muy antiguo, fueron acogidos por todos los grupos sociales de la sociedad romana en el llamado latín vulgar, el cual, propiamente, no es otra cosa que la lengua hablada por todoslos estratos de la población y en todos los tiempos de la latinidad.

Que esta lengua hablada no podía ser la misma para todas las capas sociales de la población romana, y que los patricios, por ejemplo, hablaban entre sí y en el Senado de una manera diferente de la de los hortelanos de la Via Apia o los gladiadores en las tabernas de la Suburra, es cosa clara.» [o. cit., p. 187]

La evolución del latín

 

Latín literario

Se suelen considerar cuatro periodos que corresponden a los de la literatura latina.

Periodo antiguo (240-70 a.C.)

Se fija entre el 240 hasta el 70 a.C. En él se incluyen los autores Ennio, Plauto y Terencio.

Edad de oro o clásica (70 a.C.-14 d.C.)

Abarca prácticamente el primer siglo antes de Cristo, o desde el año 70 a.C. hasta el 14 d.C. En este periodo se incluyen los prosistas Cayo Julio César (100-44 a.C.), Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) y Tito Livio (59 a.C.-17 d.C.), los poetas Cayo Valerio Cátulo (87-54 a.C.), Tito Lucrecio Caro (98-55 a.C.), Publio Virgilio Marón (70-19 a.C.), Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.) y Publio Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.). En esta época la lengua alcanza las más altas cotas de expresión artística tanto en prosa como en verso y permite una enorme riqueza y flexibilidad.

Paralelamente al Latín Clásico (“Edad de Oro”), lengua muy codificada y de gran rigidez, se fue desarrollando en Roma la lengua de la conversación, empleada en sus relaciones humanas, tanto por la gente culta como por el pueblo menos ilustrado. En el siglo XIX, Hugo Schuchardt en su obra Der Vokalismus der Vulgärlateins (Leipzig, 1866) acuñó el término de Latín Vulgar para designar este Latín Coloquial.

El Latín Vulgar se fue distanciando progresivamente de la lengua escrita, abarcando la esfera familiar y la conversación corriente. No era inferior al Latín Clásico, sino la lengua de Roma, con toda la energía de una lengua viva. Latín Vulgar o Latín Hablado fue evolucionando gradualmente hasta convertirse en lo que hoy denominamos Lenguas Romances.

Edad de plata  (14-130 d.C.)

Va desde el año 14 hasta el 130 d.C.. Se caracteriza por permitir la expresión retórica y ornamental, así como la concisión y el epigrama, todo lo cual se encuentra en la obra del filósofo y dramaturgo Séneca y en los escritos del historiador Tácito.

Edad del bronce o periodo tardío (siglo II-VI)

Se extiende entre el siglo II al VI (c. 636), en el se incluye la literatura de los santos padres de la Iglesia, también llamada la Patrística. En aquellos momentos, con la invasión de los bárbaros se van introduciendo en la lengua numerosos préstamos léxicos y sintácticos; a esta forma del latín se le ha llamado Lingua Latina opuesta a la Lingua Romana, que es la forma en que se estudia este idioma.

Latín medieval o latín eclesiástico (Edad Media)

Durante la Edad Media, en Europa occidental la correspondencia se escribía en latín. Se denomina Latín Medieval o Bajo Latín a la lengua latina que se usa en este periodo. Era una lengua viva incluso para la gente no instruida y que no lo hablaba, porque era la lengua empleada por la Iglesia tanto en el culto diario como en los escritos. No obstante sufrió muchos cambios: la sintaxis se simplificó, se adoptaron numerosos neologismos de orígenes diversos y muchas palabras cambiaron de significado.

Latín moderno o el nuevo latín (Renacimiento)

Aparece en los siglos XV y XVI lo que ha dado en llamarse Latín Moderno. Los autores del Renacimiento dan lugar a una literatura nueva en latín que imitaba el estilo de los autores clásicos, sobre todo el de Cicerón. En aquel tiempo se escribían en latín casi todos los libros científicos, filosóficos y religiosos. Escribieron en latín Erasmo de Rotterdam, el filósofo inglés Francis Bacon y el físico de la misma nacionalidad Isaac Newton, así mismo fue la lengua en que se producía la comunicación diplomática entre las naciones europeas.

A finales del siglo XVII pierde su condición de lengua internacional. No obstante, durante los siglos XVIII y XIX aún se conserva como lengua para los estudios clásicos, e incluso se han redactado en latín algunos tratados durante el siglo XX. Todavía hoy la Iglesia católica lo emplea como idioma oficial en sus documentos, sobre todo en las encíclicas papales.

En la enseñanza de esta lengua se han aceptado varias formas de pronunciación que suelen acomodarse a la pronunciación de cada una de las lenguas europeas derivadas del latín, la más generalizada es la que usa la Iglesia católica, muy parecida a la del italiano.

Lo que hoy se enseña es una reconstrucción del latín de la época de Cicerón. La pronunciación académica se basa en la fijada en la así llamada pronuntiatio restituta.

EL RENACIMIENTO

Antonio de Nebrija (1444-1522) fue el primer europeo moderno que reconstruyó críticamente las pronunciaciones del latín, del griego y del hebreo. Su Introductiones Latinae, que había publicado en 1481, se constituyó en el texto más importante escrito hasta entonces sobre ese tema y se convirtió en manual para los estudiantes hasta el siglo XIX. En De vi ac potestate litterarum ('Sobre la fuerza y el poder de las letras del alfabeto', 1486) emprende Nebrija el análisis sistemático de la fonética del latín, griego y hebreo. Nebrija fue «el primero que abrió tienda de la lengua latina e osó poner pendón para nuevos preceptos», «aquél que desterró de nuestra España los barbarismos que en la lengua latina se habían criado» (Juan del Encina), «el debelador de la barbaria».

Desiderio Erasmo de Rotterdam (1467-1536), originalmente llamado Geert Geertsz, fue el mas grande humanista del Renacimiento y sin duda el escritor más elegante y agudo de su tiempo. Entre sus obras escritas en latín destacan: Elogio de la locura (1511); Coloquios (1518), una obra cuya finalidad era facilitar el aprendizaje del latín a los estudiantes; El ciceroniano (1527).

«Nebrija sustentaba, con ideas de su tiempo, que las letras (las figuras) tenían pronunciaciones propias o legítimas y prestadas o ilegítimas, porque en su origen entre la letra y su sonido había una relación de naturaleza. Las propias eran las que tenían en latín, puesto que se habían inventado para representar sus sonidos; las castellanas eran propias o no según conservaban o no la pronunciación latina.»

[Alonso, Amado: De la pronunciación medieval a la moderna en español. Madrid: Gredos, 1969, vol. 2, p. 198]

«La mayoridad de las lenguas modernas coincidía con la plenitud del Renacimiento, que incrementaba el uso del latín entre los doctos. De una parte la tradición medieval mantenía el empleo del latín en las obras doctrinales, como lengua común del mundo civilizado; por otra, los humanistas aspiraban a resucitar el latín elegante de Cicerón. El mismo Nebrija, que inició el estudio de nuestro idioma; Luis Vives, García Matamoros, exaltador del saber hispánico; Fox Morcillo, Arias Montano, Luis de León y otros muchos, compusieron en latín algunas de sus obras o todas ellas. Sólo se concedía sin disputa a la lengua nativa el campo de la literatura novelística y de amores, desdeñada por los espíritus graves.

De todos modos, la exaltación nacionalista que acompañó a la creación de los Estados modernos, no podía menos de reflejarse en su mayor aprecio de las lenguas nacionales. La mayor conciencia lingüística hizo preguntarse por el origen de las nuevas lenguas, que se explicó generalmente como “corrupción” del latín a causa de las mezclas de pueblos. Un aspecto curioso de esta actitud consistió en subrayar la semejanza entre el romance materno y el latín: aquel sería tanto más ilustre cuanto más cercano a la lengua de Cicerón.»

[Lapesa, Rafael: Historia de la lengua española. Madrid: Escelicer, 1968, p. 202-203]

«Los más ilustres renacentistas reconstruyeron las pronunciaciones antiguas del griego y del latín trataron de imponerlas en las aulas universitarias. En España, el más antiguo fue Antonio de Nebrija (Introductiones latinae, 1481), y las pronunciaciones reconstruidas se vinieron a llamar “erasmistas”, por las virtudes metódicas del famoso Diálogo de Erasmo, 1528, y por el promisorio patrocinio de la personalidad del autor: De recta Latini Graecique sermonis pronuntiatione, Des. Erasmi Roterodami Dialogus. Anno MDXXVIII, Basilea. Pero la empresa erudita no tuvo éxito, y cada país siguió pronunciados el latín y el griego con la fonética de los idiomas nacionales respectivos, salvo algún pormenor.»

[Alonso, Amado: De la pronunciación medieval a la moderna en español. Madrid: Gredos, 1969, vol. 2, p. 177]

 

El latín después del Renacimiento

 

Nebrija y Erasmo fueron los primeros en el Renacimiento que, con sus reconstrucciones de la pronunciación clásica del latín, comenzaron a oponerse a la pronunciación del latín que se oía en las universidades europeas. Las reconstrucciones de estos autores tienen aún muchas limitaciones, pero impulsaron la revisión de la pronunciación tradicional del latín. Sin embargo, los intentos pedantes de los humanistas del siglo XV y XVI por resucitar el latín clásico de Cicerón en lugar del latín sencillo de la Iglesia y los conventos, aceleró la decadencia del latín en los círculos intelectuales europeos.

La última obra filosófica escrita en latín en Inglaterra fue el Novum Organum de Bacon, y la última obra científica, los Principia de Newton. En las universidades alemanas se conservó el latín hasta el 1690.

Después del siglo XVIII, el latín fue perdiendo importancia como lengua internacional.

 

Siglo XX

 

A partir de las segunda mitad del siglo XX, comienza un movimiento de renovación y impulso de la enseñanza del latín clásico, basada en una pronunciación unificada, reconstruida científicamente, del latín clásico. Aumentan los estudios científicos, las publicaciones y los congresos internacionales cuyo objetivo impulsar el estudio y el empleo de un “latín vivo”. Se va imponiendo la pronunciación reconstruida o pronuntiatio restituta en los ambientes científicos y congresos internacionales. Sin embargo, esta pronunciación no logró imponerse como pronunciación unificada en todos los centros de enseñanza. De modo que se puede decir que existen, por lo menos, seis pronunciaciones diferentes del latín clásico, todas ellas influenciadas por el idioma de cada nación. La pronuntiatio restituta, que en teoría está admitida por toda la comunidad científica, en la práctica no es fácil de reproducir acústicamente. Existen “grabaciones” de textos latinos clásicos, que intentan aproximarse al “tono” del latín clásico, pero que siguen siendo bastante diferentes unas de otras.

Los filólogos clásicos creen que si los romanos nos oyeran pronunciar el latín siguiendo la pronuntiatio restituta, sin duda nos entenderían, pero les haría mucha gracia nuestra “forma de hablar”, que les resultaría jocosa.

En el Primer Congreso Internacional para un latín vivo en Avignon, celebrado en 1956, inspirado y convocado por Jean Capelle, se decidió recomendar el uso internacional de una pronunciación unificada del latín basada en la así llamada pronuntiatio restituta o pronunciación reconstruida del latín clásico. Esta pronunciación se va imponiendo en todos los círculos académicos y es usada también en todos los congresos internacionales dedicados al latín clásico. El congreso de Avignon instó a la renovación de la enseñanza del latín clásico en las escuelas. Los cuatro congresos siguientes (de 1959 a 1975) y tras la reforma de la educación en Francia en 1968, no pudieron continuar con el ímpetu renovador del primer congreso de Avignon.

Un nuevo impulso para el cultivo del latín clásico supuso el Conventus de la Academia Latinitati fovendae (Roma 1966 y Jyväskylä 1997). Este último congreso propagó un vídeo documental hecho por la Finnish Broadcasting Company: Vinculum amicitiae, que emite comentarios en latín: Commentarii.

En España se formó un Circulus Latinus Matritensis

http://www.servicom.es/latine/circulus.htm

En América existe un Septentrionale Americanum Latinitatis Vivae Institutum (SALVI)

http://www.latin.org

En Alemania se fundó la L.V.P.A. Latinitati Vivae Provehendae Associatio e. V. 

http://pagina.de/lvpa/

La Societas Latina in Saarbrücken (El Sarre, Alemania) edita casetes con la pronunciación reconstruida del latín clásico:

Libri audibiles / disci compacti

La Sodalitas LVDIS LATINIS faciundis e. V. de Múnich, fundada en 1984:

http://www.klassphil.uni-muenchen.de/~stroh/sodalitas.html

Radio Bremen, en Alemania, emite también noticias en latín, con resúmenes de las noticias más importantes del mes. Estas emisiones se pueden oír por Internet Auscultandi facultas:

http://www.radiobremen.de/nachrichten/latein/

Desde hace unos años, la radio finlandesa tiene una emisión semanal de noticias en un latín no muy ciceroniano y algo moderno: Nuntii Latini. Estas emisiones se pueden oír en Internet:

http://www.yle.fi/fbc/latini/

Sin embargo, estamos aún lejos del ideal de los humanistas del Renacimiento de lograr una Latinitas perennis, el latín clásico como lenguaje internacional del mundo científico y de la gente culta.

No sabemos exactamente cómo sonaba el latín clásico. Algunos creen que la pronunciación italiana es la más cercana al latín. Aunque la pronuntiatio restituta es una buena aproximación a la pronunciación clásica, siempre se reconocerá el “deje” de la lengua nativa de cada hablante, su acento autóctono. Esto se puede comprobar oyendo las diferentes grabaciones de textos clásicos hechas por especialistas de diferentes nacionalidades.

El problema de la pronuntiatio restituta es que en la mayoría de los centros de enseñanza no tienen en cuanta la cantidad de las sílabas o si son largas o breves en el latín clásico. Si no se tiene en cuenta la cantidad, se pierde toda la entonación.

Otros enlaces:

Una prueba de cómo se pronunciaba el latín clásico:

http://wiredforbooks.org/aeneid/Aeneid.ram (Libro IV de la Eneida)

¿Como escribir un CV? CV: currículum vitae (se pronuncia vite) es el documento que relata tu pasado escolar o profesional:

http://membres.lycos.fr/summerjob/es/cv.php

Acentuación y pronunciación del latín:

http://users.servicios.retecal.es/jomicoe/del_latin_al_espanol.htm

El alfabeto latino. Su pronunciación.  Diferencias con el Español. Extraído del Manual de Latín de J. García Carrido, A. Gómez Feced y A. Ferrández Arenaz. Ed. Magisterio Español S.A.

http://www.sombrasdeotrostiempos.com/web/modules.php?name=News&file=article&sid=62

Pronunciación clásica

 

Está claro que cualquier estandarización lingüística es sólo una convención: cuando a la mayoría de la gente nos hablan del latín, instintivamente pensamos en Julio César o Cicerón. No pensamos en el latín de Erasmo o el del Papa.

O sea, el “latín” sin más se sobreentiende que es el latín “clásico” (siglos I a. C. al III d. C.).  Según lo dicho, la “exacta pronunciación del latín” sería la pronunciación de la clase culta en la época de Augusto, pero esto es una convención como cualquier otra. De todos modos, se podrían dar las siguientes reglas para la pronunciación clásica:

C/c     siempre sonido [k], por lo tanto 'fecit' suena [fekit]

G/g    siempre com [gu] en 'guerra'; 'regina' suena [reguina]

H/h     al comienzo de palabra ligeramente aspirada /parecido a la 'h' de 'home'/. Así se distingue, al hablar, 'habes' (tienes) de 'abes' (estás ausente). En todos los otros casos nunca se pronuncia: pulcher [pulker], rhetoricam [retoricam], thesaurus [tesaurus]. Pero después de 'p' se pronuncia como la 'f', ejemplo: philosophia [filosofia].

LL/ll    se pronuncia como 'l' doble, 'puella' [puel-la], 'illorum [il-lorum]. Igual en el caso de otras consonantes dobles: accidere [ak-kidere], appellare [ap-pel-lare], difficilis [dif-ficilis]

V/u     siempre se pronuncia como u: quidam [kuidam], sanguinemque [sangüinemkue], Vinum [uinum]

S         la 's' inicial siempre se pronuncia, al igual que en ingles, schola [skola], scire [skire].

X/x     suena como 'ks', dixerat [dikserat], duxit [duksit]

Y/y     suena como la 'u' del francés o la ü del alemán.

Z/z      suena 'ds'; Xenonem [dsenonem], gaza [gadsa]

ae/oe  las dos vocales forman diptongo. Se pronuncian aunque la e tiene un sonido cerrado: rosae [rósae]

En el caso de latín clásico existen tantas pronunciaciones como lenguas europeas, de hecho existe una llamada eclesiástica, que es la que utiliza la Iglesia, y luego los franceses, ingleses, italianos, en tiempos medievales, crearon las suyas. Así, por ejemplo caelum, un español medieval lo pronunciaría como selum, pero un italiano medieval lo pronunciaría como chelum.

En el siglo XIX al XX se llegó a determinar cómo debería ser más o menos la pronunciación clásica, determinando cuestiones como qué vocales eran largas o cortas, etc. Por ejemplo, caelum se pronunciría Kaelum. Se tomaron como los siguientes factores:

§         las comentarios y correcciones hechas por los gramáticos romanos;

§         burlas que hacían los escritores cultos de las formas vulgares;

§         las faltas de ortografía de los romanos;

§         las falsas transcripciones hechas espontáneamente en inscripciones públicas, como lápidas, etc.;

§         los errores de transcripción en documentos latinos clásicos;

§         inscripciones con pronunciación vulgar;

§         la genealogía de las lenguas romances;

De esta manera se llegó a establecer una pronunciación clásica que se llamó pronuntiatio restituta, o pronunciación reestablecida. Después de la segunda guerra mundial, se fue implantando en la comunidad internacional científica esta pronunciación.

La pronunciación del latín fue cambiando notablemente a lo largo de los siglos, según los ámbitos geográficos en que se estableció. Cada provincia romana tenía una pronunciación distinta del latín basado en el acento de las lenguas prerromanas que existían en la zona. Por ejemplo, Caesar suena:

Chesar en pronunciación italiana

Sesar en pronunciación francesa

César en pronunciación castellana

Tsesar en pronunciación alemana

Sisa en pronunciación inglesa

Pronunciación romana o eclesiástica

 

«En el siglo IV, en el Imperio ya no se hablaba más el griego clásico ni el popular. La lengua era el latín. Latín culto en las cortes, latín popular en el pueblo. La Iglesia adopta el latín popular como su lengua, hasta el día de hoy.

El Papa Dámaso, por lo tanto, en el s. IV, pide a San Jerónimo, el más grande lingüista y hebraísta de su tiempo, y el más grande biblista de todos los tiempos, que traduzca la Biblia al Latín. Compone entonces el tercer canon, llamado la Vulgata, por traducir los libros del hebreo original al latín vulgar (que hablaba el vulgo) de su tiempo. La Iglesia continúa manteniendo la pronunciación del latín vulgar en la edición típica de sus documentos y en el Canto Gregoriano, sencillo y simple, que vino a reemplazar las pomposas Misas de los clásicos (Mozart, Bach, Beethoven), que colocaban la atención de la gente en su magnificencia más que en el misterio que se celebraba.»

[Fuente: http://es.catholic.net/biblia/]

A partir de su restauración del canto gregoriano en latín, ocurrida en el siglo XIX, dentro de la liturgia de la Iglesia, los papas aconsejaron que se adoptara la pronunciación romana del latín.

Normas de pronunciación eclesiástica de los textos latinos:

Diptongos

ae, oe

Se emiten en un solo sonido y se pronuncian e: maríae = maríe, moestus = mestus.

au, eu

Se pronuncian las dos vocales con su sonido propio pero en una sola emisión de voz. autem = au-tem, euge = eu-ge. La a con la u siempre forma diptongo: laudamus = lau-damus, pauper = pau-per.

eu

No forman diptongo cuando en la declinación no es constante esta última letra: meus = me-us (genitivo es mei en el que desaparece la u).

A excepción de lo anotado, dos vocales pertenecen siempre a sílabas diferentes por lo cual hay que pronunciarlas separadamente: tría = trí-a, ruínas = ru-inas, fuérunt = fu-érunt.

qu, gu

La u que sigue a la q o a la g siempre es sonora. quacumque=cua-cúm-cue, quaero = cu-ero, qui = cu-i; pinguédinem = pin-güé-dinem, sanguis = san-güis.

Consonantes

C

La C delante de e, i, ae, oe se pronuncia como la ch castellana. Caecilia = Chechília, coelum = chelum.

CC

Cuando se encuentra la doble C delante de dichas vocales se pronuncia kch: ecce = ekche; accípite = akchípite.

CH

Tiene sonido de k: cháritas = káritas, Melchísedec = Melkísedec.

G

Delante de la e, i tiene el mismo sonido que en francés (y suavizada): genus, pángimus.

GN

Suena como la ñ en español: agnus = añus, magnitudo = mañitudo.

H

Tiene el sonido de la k en el dativo mihi = miki, y en el adverbio nihil = nikil con sus compuestos nihilóminus = nikilóminus. En los demás casos la h es muda.

J

Suena como la y en español; major = mayor, Jesus = Yesus

LL

Se pronuncia como dos L separadas: nullus = nul-lus, tranquíllitas = trancuíl-litas.

M

Hay que cuidar para que no suene como N. Dóminum no Dóminun, immémor no inmémor.

PH

Tiene el mismo sonido que la f en español: phase = fase, philosóphia = filosófia.

SS

Igual que la s en español: missa, pásser.

SC

Delante de e y de i, tiene el mismo sonido que la ch francesa: Scientia, descéndo

T

Cuanto a la sílaba ti la precede y le sigue una vocal, suena como ts: étiam = étsiam, grátias = grátsias. Si la precede una s o una x la t tiene el mismo sonido que en español: quaéstio = cuestio, mixtio = mixtio.

V

Se debe diferenciar de la b acercando el labio inferior al borde de los dientes.

X

Delante de vocal suena cs: condúxit = conducsit, genuflexo = genuflecso.

XC

Cuando preceden a las vocales e, i suenan la x como k y la c como la ch francesa: excélsis = ekchélsis, excípias = ekchípias.

Z

Se pronuncia como la s suave dejándose oír una t: zona = tsona, zizánia = tsitsánia.

[Fuente: Tomado de Martínez Soques, Fernando. Método de Canto Gregoriano, Cap. XI. Ed. Pedagógica. Barcelona. 1943]