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60-Neoclasicismo - Arquitectura

(comp.) Justo Fernández López

Historia del arte en España

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El neoclasicismo (segunda mitad del siglo XVIII)

En la segunda mitad del siglo XVIII se vuelve la vista hacia la Antigüedad. Se excavan las ruinas de Pompeya y Herculano y se crean las academias de Arte en diferentes países.

El periodo que conocemos como Neoclásico o Neoclasicismo nace en Francia a mediados del siglo XVIII extendiéndose pronto por Europa y abarca hasta las primeras décadas del siglo XIX cuando se fusiona con el Romanticismo. A partir de 1805 tras la coronación de Napoleón surgirá en Francia el llamado “estilo Imperio” englobado dentro del Neoclasicismo y que servirá de instrumento del nuevo poder. Desde 1814 con el destierro del Emperador y hasta mediados de siglo las manifestaciones artísticas se van haciendo cada vez más eclécticas.

El Neoclasicismo surge contra el arte aristocrático, es el arte de una burguesía cada vez más poderosa, y la Revolución Francesa (1789-1795) se unirá a esta causa. Paralelamente, desde mediados del siglo XVIII, otra gran Revolución con origen en Inglaterra marcará y cambiará el devenir de la sociedad, hablamos de la Revolución Industrial.

El neoclasicismo, a diferencia del Barroco y de Rococó, hace hincapié en el orden, el equilibrio, la serenidad, la austeridad y la sobriedad. 

La arquitectura neoclásica

A mediados del siglo XVIII, se produce una reacción contra el estilo barroco de ornamentación naturalista y se acentúan los rasgos clasicistas del barroco tardío. Este movimiento neoclásico se prolonga durante el siglo XIX y confluye con la arquitectura historicista y el eclecticismo arquitectónico.

El enciclopedismo, espíritu precursor de la Revolución francesa, fomentó una concepción romántica de la Grecia Antigua. La Ilustración sostenía que la ignorancia y la irracionalidad eran la causa de la infelicidad del hombre y que la educación debía llevar a la luz de la razón. En arquitectura se volvió a estudiar las fuentes antiguas (Vitrubio, Palladio, Vignola) y a descubrir los principios formales de las arquitecturas griega y romana. Los artistas se hicieron más técnicos que inventores, más imitadores de las normas clásicas que creadores de formas nuevas. El arte clásico era considerado como un arte progresista porque eliminaba los adornos y buscaba las leyes inmutables, libres de los caprichos subjetivistas del artista.

Las Academias para el estudio de las artes, surgidas en Italia ya en el siglo XVI, adquieren con la Ilustración un carácter ideológico distinto: se convierten en transmisoras de las ideas contrarias al Barroco y a favor del Neoclasicismo.  El arte comienza a sufrir las consecuencias de una crítica libre, fundada en los principios académicos. Desde el proyecto ilustrado, la arquitectura no debía limitarse a intervenciones puntuales, sino que era parte de un todo que tenía la misión de conseguir un marco adecuado para la vida de los ciudadanos. Había gran interés por dotar a las poblaciones de un aspecto más noble y lujoso que pudiera reflejar la grandeza del soberano y el bienestar de sus súbditos.

El Barroco de primeros del siglo XVIII va adquiriendo, tras la etapa de gracia y ligereza del Rococó, una cierta sobriedad. El ansia de simplicidad retorna y se busca el equilibrio.

Johann Joachim Winckelmann (1717-1768), arqueólogo clásico e historiador de arte alemán, publica en el 1755 su primera obra, un ensayo titulado Reflexiones sobre la imitación de las obras griegas en la pintura y la escultura. Motivado por sus estudios sobre teoría e historia del arte, Winckelmann marchó a Roma, donde estuvo al servicio del cardenal Alessandro Albani. Sus relatos sobre las excavaciones en Pompeya y Herculano aportaron a los eruditos de la arqueología clásica la primera información científica fiable sobre los tesoros enterrados en los yacimientos. En 1762 publicó Observaciones sobre la arquitectura de los antiguos.

El gran trabajo de Winckelmann, Historia del arte de la Antigüedad (1764), examina la historia del arte griego y teoriza sobre sus principios estéticos fundamentales. Este texto clásico influyó de manera notable en muchos escritores y filósofos, incluidos el crítico alemán Gotthold Ephraim Lessing y el poeta Johann Wolfgang von Goethe. Winckelmann define, en su Historia del Arte de la Antigüedad, el ideal artístico clásico como medida contra la exageración barroca y postula una normatividad controlada por la Academia. El descubrimiento de las ruinas de Pompeya y Herculano a mediados del siglo XVIII, dado a conocer por Winckelmann, aumenta el interés por lo clásico. Winckelmann es considerado uno de los principales impulsores del Neoclasicismo.

A la sombra de los nuevos descubrimientos arqueológicos nace la Historia del Arte como disciplina. Para los nuevos tratadistas el ideal griego es el punto de partida, así como Roma lo fue para el Renacimiento, pero ahora hay un interés por lo que sucedió antes de lo romano, se investiga sobre Etruria, Grecia o Egipto. Frente a la concepción más idealizada que en el Renacimiento se tenía de la Antigüedad, el hombre del Neoclasicismo, imbuido en el espíritu crítico de la Ilustración, trabaja con datos más certeros basados en el estudio de los restos arqueológicos.

El Renacimiento emplea, en su prurito de riqueza, el orden corintio, sistema de composición arquitectónica definido por los elementos y proporciones de la columna y sus articulaciones: la columna de unos diez módulos o diámetros de altura, el capitel adornado con hojas de acanto y caulículos, y la cornisa con modillones. El Renacimiento cuando toma el dórico (la columna de ocho módulos o diámetros a lo más de altura, el capitel sencillo y el friso adornado con metopas y triglifos) lo hace en su interpretación romana.

El Neoclasicismo gusta más de la simplicidad del jónico y dórico griegos (la columna de unos nueve módulos o diámetros de altura, el capitel, adornado con grandes volutas, y dentículos en la cornisa). Ignorando la función del templo griego (sanctasanctórum o lugar muy reservado y misterioso), el Neoclasicismo copia el templo clásico griego desde el frontón para toda suerte de edificios civiles.

Características del neoclasicismo (siglo XVIII)

El neoclasicismo es un movimiento antibarroco. Si en el Renacimiento triunfó la línea sobre el adorno y en el Barroco, el adorno sobre la línea, ahora con el neoclasicismo vuelve a triunfar la línea sobre el adorno.

En el neoclasicismo la base de la arquitectura será la columna. Triunfa el orden dórico con fuste acanalado. Los frontones con decoración siguen el esquema griego, sin embargo la concepción del espacio será romana en el empleo de la cúpula y las bóvedas de cañón.

Los edificios evitan todo exceso decorativo y rompen bruscamente con el período anterior y su preferencia por el adorno en detrimento de la línea.

Los proyectos arquitectónicos ya no provienen de las instituciones religiosas ni de la corte. Resurge la arquitectura civil al servicio de las necesidades de la Ilustración y de la burguesía y el incipiente desarrollo industrial hace que aparezcan nuevos materiales que darán más versatilidad a las construcciones.

Características de la arquitectura neoclásica:

  • Se van a utilizar como fuentes los edificios griegos, romano y del Renacimiento.

  • Vuelta a los elementos clásicos. Fundamentalmente los tres órdenes: dórico, jónico y corintio.

  • Funcionalidad de edificios partiendo de una base racional: La forma del edificio debe responder a la función y a una espacialidad racionalmente calcula.

  • Apariencia solemne y severa, simplicidad de líneas, armonía de volúmenes y la búsqueda de la belleza en su conjunto.

  • La columna como elemento base e indispensable en cualquier construcción e incluso el peristilo. Se prefiere la columna dórica con fuste acanalado.

  • Uso de frontones poblados de figuras escultóricas.

  • Empleo de la cúpula.

  • Utilización de las formas geométricas y búsqueda de la proporción.

  • La estructura es la base y la decoración, escasa, se subordina a ella.

  • Juegos suaves de luces y sombras, alternado materiales como el granito, la caliza o el ladrillo.

La arquitectura neoclásica en España

En el siglo XVIII la monarquía cambia en España de dinastía. En el 1700 comienza el reinado de Felipe V, primer monarca de la Casa de Borbón de Francia, que sustituye a la Casa de Habsburgo en el reinado sobre los territorios españoles tras la muerte de Carlos II (1661-1700), rey de España (1665-1700), último de la dinastía Habsburgo, sin dejar herederos.

Felipe V, primer rey Borbón en España, hace venir a arquitectos extranjeros (Carlier, Sabatini), que limpian el estilo neoclásico de elementos barrocos, muy arraigados aún en la arquitectura española. Importante fue la fundación en el 1752 de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución cultural española con sede en Madrid.

Desde la Academia se acomete la tarea de buscar un modelo ideal para la arquitectura. Se trata de revisar y criticar toda la tratadística anterior, desde Vignola a Palladio o Serlio, intentando ir directamente a las fuentes del pasado con viajes para conocer las ruinas, catalogarlas y estudiarlas, a fin de sacar unas conclusiones de validez universal.

Los orígenes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando están íntimamente relacionados con el movimiento de la Ilustración, inspirador del academicismo que inundó Europa durante el siglo XVIII. Aunque sus primeros estatutos fundacionales fueron aprobados en 1744 (durante el reinado de Felipe V), su constitución definitiva data de 1752, cuando el rey Fernando VI, de quien recibió su nombre, la instituyó con el nombre de Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando. La Academia impone el estilo académico.

Con la llegada al trono de Carlos III en 1760, la función dirigente del rey y de la Academia se manifestó de forma más clara. El nuevo monarca había apoyado en Nápoles las excavaciones de las ciudades de Herculano y Pompeya, siendo conocido su entusiasmo por la arquitectura y las demás artes, su interés por el pasado clásico y su apoyo a la edición de las Antigüedades de Herculano.

En 1783 publicó una Real Orden por la que se declaraban libres las profesiones de las Nobles Artes de Dibujo, Pintura, Escultura, Arquitectura y Grabado, pudiéndose ejercer desde entonces sin necesidad de formar parte de un gremio. Con ello la Academia se convertía en la única instancia autorizada para expedir títulos o racionalizar el aprendizaje de las artes, controlando la orientación de la producción artística, a la que se contribuía con pensionados en Roma para los alumnos destacados.

Sin embargo los gremios no van a perder todo su poder teniendo derecho a “pedir el reconocimiento judicial de las casas y talleres de los escultores.” Los académicos debían someterse a las normas de la nueva institución y el hecho de pertenecer a ella les otorgaba un estatus social similar al de la nobleza. El neoclásico español tuvo que contar irremediablemente con los límites impuestos por la Inquisición cuya censura se impuso para condenar las “formas y actitudes indecorosas”.

En España el neoclasicismo tuvo que superar el arraigo del barroco. El baluarte del neoclásico en España fue la Academia de San Fernando, que formaba a los nuevos arquitectos y examinaba los planos de los edificios públicos.

Fue el rey Carlos III (1759-1788) el que más se dedicó a construir en Madrid edificios neoclásicos. Sabatini, el arquitecto de confianza de Carlos III, aún tiene formación barroca. La generación siguiente del español Juan de Villanueva limpia el neoclásico de elementos barrocos que le quedaban y lo simplifica. Villanueva ofrece la versión más pura del neoclásico español. Su obra maestra es el Museo del Prado de Madrid, construido para Museo de Ciencias Naturales.

Se pueden establecer varios periodos:

  1. Desde 1744 hasta 1780: período protoneoclásico, un período teórico de arraigo de las nuevas formas.

  2. 1781-1795: de puesta en práctica de los ideales ilustrados.

  3. 1796-1810: discípulos de Ventura Rodríguez y Sabatini.

  4. 1814-1844: fase de academicismo todavía neoclásico que concluye con la construcción del Congreso de los Diputados iniciado en 1844.

Más allá de enmarcaciones cronológicas, el Neoclasicismo español, con los académicos a la cabeza, tuvo que luchar en sus primeros años contra el Barroco que estaba profundamente arraigado en España.

Aunque el desarrollo del Neoclasicismo en las tres artes no fue coincidente en el tiempo, puede decirse que tiene sus primeras manifestaciones durante el reinado de Fernando VI (1746-1759), florece bajo Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808) y prosigue todavía, tras la Guerra de la Independencia, con Fernando VII (1808- 1833), si bien ya conviviendo con otras corrientes más novedosas.

Arquitectos del neoclasicismo

Ventura Rodríguez (1717-1785)

 

Ventura Rodríguez fue uno de los arquitectos españoles más destacados del siglo XVIII. Fue discípulo de los maestros italianos afincados en España (Filippo Juvarra y Giovanni Battista Sachetti) y representó un eslabón fundamental en la transición española del Barroco al Neoclasicismo. Evolucionó del Barroco al Neoclásico con la fachada de la catedral de Pamplona (1783), con pórtico tetrásilo clásico. Es una reacción contra la excesiva ornamentación barroca. Llega a prescindir por completo de la decoración, salvo algunas pilastras de poco relieve y frontones del mismo tipo, que recorren la fachada.

Su primera etapa se basó en las obras para el Palacio real de Madrid. Con un profundo conocimiento de la arquitectura de Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini, fue depurando sus gustos barrocos para seguir una línea más herreriana y finalizar su obra plenamente integrado en la arquitectura academicista.

Desplazado de la corte por Francesco Sabatini, construyó la iglesia parroquial de San Marcos en Madrid (1749-1753) con una planta de cinco elipses sucesivas (referencias a Juvarra y Borromini) y una fachada de orden gigante flanqueada por antecuerpos curvos que conforman un atrio cóncavo.

En 1750 recibió el encargo para la remodelación y terminación de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza a partir de las trazas del proyecto de Francisco de Herrera el Joven del siglo XVII, y sugirió la solución del alojamiento de la capilla de la Virgen en un templete de planta cuadrilobulada a base de sectores circulares.

Tras la remodelación del interior de la iglesia de la Encarnación en Madrid (1755), comenzó, a partir de 1760, a desarrollar sus obras más sobrias y contenidas, como la iglesia de los Agustinos Filipinos de Valladolid, el colegio de Cirugía de Barcelona, en el que sólo la geometría confiere expresividad a sus fachadas, y sus proyectos para la nueva Biblioteca y la fábrica de Vidrio de La Granja.

Finalmente, dentro de las obras neoclasicistas de su última etapa, cabe citar el grandioso proyecto (no construido) para la basílica de San Francisco el Grande en Madrid, así como el palacio de Boadilla del Monte para el Infante don Luis (Madrid, 1776) y la imponente fachada de la catedral de Pamplona (1783).

Francesco Sabatini (1722-1797)

 

Francesco Sabatini, arquitecto italiano nacido en Palermo, fue uno de los maestros del barroco clasicista del siglo XVIII en España. Arquitecto de confianza del monarca español Carlos III, se identificó más con la escuela romana de Sangallo, Bernini o Giacomo della Porta, que con las trazas más propiamente neoclásicas de su coetáneo y rival Ventura Rodríguez.

Su primera obra en Madrid es la Puerta de Alcalá (1764-1776), un monumental arco de triunfo conmemorativo de la entrada del rey en la ciudad inspirado en el Fontanone del Janicolo de Della Porta y Fontana. Esta puerta es neoclásica pero todavía presenta muchos restos barrocos, como la ornamentación superior.

Después construyó otra puerta menor pero notable, la de San Vicente. También son representativas dos obras en Aranjuez. La primera es el convento de San Pascual (1765-1770), templo de planta en cruz latina, cúpula, arcos termales romanos, poderosos pies derechos clásicos apilastrados y una plástica y vigorosa fachada, sin duda una de las mejores del barroco tardío en España. La segunda es la ampliación del palacio real de Aranjuez (1771-1781), para el que proyecta dos grandes alas y una capilla de planta en cruz y cúpula rebajada.

En 1772 construyó en El Pardo (Madrid) un monumental palacio según el esquema del de Carlos V en Granada, pero con nuevos perfiles barrocos. En 1776 construyó en Madrid la Real Aduana, edificio en torno a tres patios y monumental escalera, del que merece especial atención la fachada: muros de ladrillo, sin órdenes ni pilastras.

También destaca su trabajo para el convento de San Francisco el Grande en Madrid, donde, tras los intentos de Ventura Rodríguez y Diego de Villanueva, emprende en 1768 las obras de una fachada imponente con campaniles para un templo que sobresale por su grandiosa cúpula. Finalmente, intervino en el Palacio Real de Madrid, con la solución definitiva para la escalera y la ampliación de un ala en la plaza de la Armería.

Juan de Villanueva (1739-1811)

 

Juan de Villanueva fue un arquitecto auténticamente neoclásico, formado en Roma y en El Escorial. Es el máximo representante, junto con Ventura Rodríguez, de la generación de arquitectos neoclasicistas españoles de la segunda mitad del siglo XVIII. Tras su temprano ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y su posterior viaje a Roma fue nombrado arquitecto jefe de la Orden de los Jerónimos de El Escorial.

En 1771 construye la Casa de Infantes en el Real Sitio de Aranjuez. Entre sus obras vinculadas a la realeza destacan la casita de Arriba de El Escorial, para el infante don Gabriel, con una organización palladiana y una acentuada plasticidad en el tratamiento del pórtico de acceso; y la casita del Príncipe en El Pardo, más grandiosa que la anterior y con el mismo brillante manejo de los elementos y órdenes clásicos.

Una de sus obras maestras es el Museo de Ciencias (hoy Museo del Prado) en Madrid, de trazas monumentales organizadas en cinco cuerpos perfectamente diferenciados en planta. En el cuerpo central aparece un gran pórtico dórico saliente, con un remate sobre el basamento en ático horizontal. Las trazas de los pabellones laterales responden a la tipología basilical.

En el empleo de los materiales (ladrillo y piedra), lejos de las imposiciones clasicistas, retoma la tradición española.

Destacan asimismo, además de su intervención en la remodelación de la plaza Mayor de Madrid tras el incendio de 1790, otras obras madrileñas de menor tamaño, como el oratorio de Caballero de Gracia, un templo neoclásico de planta basilical, ajustado a un solar estrechísimo, rematado por un ábside semicircular y una cúpula oval sobre el crucero; y el Observatorio astronómico, un edificio de planta central con un gran pórtico de acceso y un característico templete circular jónico como coronación.

Antonio López Aguado (1764-1831)

 

Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva, estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Su obra más importante en la Villa es, sin duda, la Puerta de Toledo, construida hacia 1826, en sus últimos años de vida. De estilo neoclásico se encuentra compuesta por un arco central de medio punto y dos puertas adinteladas en sus laterales. La decoración consiste en medias columnas estriadas de orden jónico, a los lados del arco central, y pilastras del mismo estilo enmarcando los laterales. Tiene una estampa muy equilibrada y correcta, a base de tres cuerpos con vanos adintelados en los laterales y bóveda de medio cañón en el central. En el exterior se decora con pilastras y columnas jónicas.

Otras obras suyas son el palacio del duque de Villahermosa (actualmente Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid), y el Palacio de Fernán Núñez.

Fuera de Madrid destaca el proyecto del Real Sitio de la Isabela, un pueblo balneario situada a unas leguas de Sacedón (Guadalajara).

Narciso Pascual y Colomer (1808-1870)

 

Narciso Pascual y Colomer, arquitecto neoclásico tardío, trabajó durante el reinado de Isabel II (1833-1868).

El Palacio de las Cortes es el edificio que alberga el Congreso de los Diputados, una de las dos Cámaras de las Cortes Generales, el Parlamento español. Es uno de los edificios emblemáticos del Madrid del siglo XIX, de estilo neoclásico. El 10 de octubre de 1843, Isabel II colocó la primera piedra del nuevo edificio sobre el sitio mismo que ocupaba el antiguo. La construcción, bajo la dirección y planos del arquitecto Narciso Pascual y Colomer, quedó concluida en 1850.

Francisco Jareño y Alarcón (1818-1892)

 

Francisco Jareño y Alarcón fue otro arquitecto que trabajó durante el reinado de Isabel II (1833-1868).

En 1866 inició las obras del Palacio de Museos y Bibliotecas Nacionales, que hoy acoge la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional. Se empezó a construir en 1866 sobre los planos de Francisco Jareño y Alarcón, pero las obras no concluyeron hasta 1892, bajo la dirección de Antonio Ruiz de Salces. Su estilo es neoclásico, siendo su planta rectangular, con cuatro grandes patios interiores.

Principales obras neoclásicas en España

Puerta de Alcalá

 

La Puerta de Alcalá es una de las cinco antiguas puertas reales que daban acceso a la ciudad de Madrid. Es una puerta monumental que se encuentra ubicada junto a la Fuente de Cibeles y el Parque del Retiro. Fue construida por mandato de Carlos III en sustitución de otra puerta anterior que existía ya desde el siglo XVI. El diseño y obra pertenece al arquitecto italiano Francesco Sabatini.

Compitieron con Sabatini otros proyectos por parte de arquitectos españoles: Ventura Rodríguez y de José de Hermosilla, siendo finalmente elegido personalmente por el Rey el diseño de Sabatini.

Se trata de una puerta de estilo neoclásico y aspecto monumental similar a los Arcos de Triunfo romanos, se erigió mirando su exterior a oriente en el año 1778.

La originalidad de su fábrica consiste en ser el primer arco de triunfo construido en Europa tras la caída del Imperio romano, siendo precursor de otros como el Arco de Triunfo de París y la Puerta de Brandeburgo en Berlín.

Puerta de San Vicente (Madrid)

 

La Puerta de San Vicente es una puerta monumental situada en la Glorieta de San Vicente en Madrid. Ocupa desde 1995 el espacio en el que entre 1775 y 1892 estuvo la puerta original, obra del arquitecto Francesco Sabatini. La original fue desmantelada en 1892. La de ahora es una copia de 1995.

Real basílica de San Francisco el Grande (Madrid)

 

La Real basílica de San Francisco el Grande (Madrid) fue construida entre 1761–1784 en estilo neoclásico, a partir de un diseño de Francisco Cabezas, desarrollado por Antonio Pló y finalizado por Francesco Sabatini.

El edificio destaca por su cúpula, considerada como la tercera de planta circular de mayor diámetro de la cristiandad; por su suntuosa decoración interior, realizada en estilo ecléctico a finales del siglo XIX; y por su pinacoteca, representativa de la pintura española de los siglos XVII a XIX, con cuadros de Zurbarán y Goya.

Museo del Prado en Madrid (1785-1819)

 

El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786. Supuso la culminación de la carrera de Juan de Villanueva y una de las cimas del Neoclasicismo español, aunque dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartó un tanto del diseño inicial.

Las propuestas originales de Juan de Villanueva (1739-1811) para el edificio del Real Museo de Historia Natural ya preveían una decoración escultórica específica. Pero ni la primera idea de 1785, muy sencilla en el ornato escultórico, ni el programa iconográfico del proyecto definitivo, detallado en la memoria descriptiva que redactó el arquitecto en 1796, se desarrollaron.

Real Observatorio de Madrid

 

El Observatorio Astronómico, obra que corona la carrera del arquitecto Juan de Villanueva, está situado en lo alto de un cerro que, en su tiempo, se divisaba al final de la perspectiva del Paseo del Prado; hoy encerrado entre bloques de casas, no se visualiza desde ninguna parte.

El Observatorio es una construcción neoclásica formada por un cuerpo cúbico central esquinado por cuatro torrecillas de escalera, rematado en cúpula y con un pórtico de seis columnas corintias (exástylo) situado en su acceso principal.

Este edificio, que formaba parte del programa de construcciones culturales y científicas llevado a cabo por Carlos III, se empieza en 1790 –reinando ya Carlos IV– y no se termina hasta 1846.

La invasión napoleónica supuso la dispersión del personal del Observatorio y la destrucción de sus equipos (entre ellos, el telescopio de Herschel), biblioteca y edificaciones provisionales.

Las actividades se reanudaron en 1845 y la construcción del edificio “Villanueva” finalizó al año siguiente. Fue realizado por Narciso Pascual y Colomer y se trata del primer ensayo importante en el idioma arquitectónico del "Renacer Neoclásico", estilo vinculado en España al poder político de los Borbones.

Puerta de Toledo (Madrid)

 

Puerta de Toledo (Madrid), obra de estilo neoclásico construida por Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva, hacia 1826.

Palacio de las Cortes (Congreso de los Diputados en Madrid)

 

Palacio de las Cortes, que hoy alberga el Congreso de los Diputados, el Parlamento español. Es uno de los edificios emblemáticos del Madrid del siglo XIX, de estilo neoclásico. El 10 de octubre de 1843, Isabel II colocó la primera piedra del nuevo edificio. La construcción, bajo la dirección y planos del arquitecto Narciso Pascual y Colomer, quedó concluida en 1850

Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales (Madrid)

 

Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, edificio neoclásico situado en el paseo de Recoletos de Madrid. Alberga tanto la Biblioteca Nacional de España como el Museo Arqueológico Nacional. Se empezó a construir en 1866 sobre los planos de Francisco Jareño y Alarcón, pero las obras no concluyeron hasta 1892, bajo la dirección de Antonio Ruiz de Salces.

 Fuente de Cibeles (Madrid)

 

La fuente representa a la diosa madre Cibeles, identificada en el panteón griego con Rea, madre de los dioses olímpicos y símbolo de la tierra y la fecundidad, sobre un carro tirado por leones (Atalanta e Hipómenes).

La fuente de Cibeles (más conocida por los madrileños como La Cibeles) es una fuente monumental de la ciudad de Madrid, situada en la plaza del mismo nombre, en la zona centro de la capital española.

Fue concebida dentro de un plan de remodelación urbana en el siglo XVIII, por iniciativa del rey Carlos III, quien planeaba embellecer la capital del reino según la estética del Neoclasicismo.

Los artistas encargados de su ejecución fueron Francisco Gutiérrez (figura de la diosa y el carro), Roberto Michel (los leones) y el adornista Miguel Ximénez, de acuerdo con el diseño de Ventura Rodríguez.

Fuente de Neptuno (Madrid)

 

La fuente de Neptuno es una fuente de estilo neoclásico que ocupa el centro de la glorieta a la que popularmente da nombre. Esta fuente monumental fue propuesta en 1777 y su construcción, empezada en 1782, finalizó en 1786. En su origen estuvo situada en la bajada de la carrera de San Jerónimo, mirando a la fuente de Cibeles, pero fue trasladada al centro de la citada plaza en 1898. Forma parte de los tres grandes grupos escultóricos diseñados para el Salón del Prado por Ventura Rodríguez, junto con la Cibeles, y la Fuente de Apolo o de las Cuatro Estaciones.

Real Casa de Correos en la Puerta del Sol de Madrid

 

La Real Casa de Correos es un edificio situado en la parte meridional de la Puerta del Sol de Madrid (distrito Centro). Su construcción data de finales de la segunda mitad del siglo XVIII, y se trata del edificio más antiguo de la Puerta del Sol.

En la época del reinado de Fernando VI ya se empieza a planificar la construcción de una Casa de Correos. La idea de una casa que ofreciera el servicio postal fue del marqués de la Ensenada hacia 1750 y el trabajo le sería encargado posteriormente al arquitecto español Buenaventura Rodríguez Tizón (conocido como Ventura Rodríguez).

En esta plaza se localiza el kilómetro 0 a partir del  cual se miden las distancias de las carreteras que salen de la capital del país. Por esta razón, la Puerta del Sol es conocida de forma popular como el centro de España.

Fachada de la Catedral de Santa María la Real (ciudad de Pamplona)

 

La fachada oeste de la Catedral de Santa María la Real, situada en la ciudad de Pamplona, de estilo neoclásico, se levantó a finales del siglo XVIII.

Los planos de la fachada de la catedral de Pamplona (1783), telón tras el que se oculta el primitivo edificio gótico, son de Ventura Rodríguez.

Tras recibir una serie de diseños, todos ellos tardo-barrocos, el Cabildo decidió pedir consejo a Felipe García de Samaniego, a quien encargó la labor de ponerse en contacto con la Real Academia de San Fernando, la cual rechazó todos los diseños y propuso que se le encargase a Ventura Rodríguez, que por entonces era un gran exponente del nuevo estilo academicista, así como el director de la susodicha institución.

El Cabildo finalmente le encargó el diseño y éste presentó el anteproyecto de la fachada que hoy vemos construida, el 5 de febrero de 1783. Su ejecución la llevó a cabo Santos Ángel de Ochandátegui, por expreso deseo de Ventura Rodríguez.

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